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El diseño importa. Y exporta


04. Carta abierta a los empresarios

Si como hemos visto anteriormente el diseño importa y su importancia se refleja objetivamente en términos económicos, sociales e históricos, debemos apostar por que las empresas incorporen el diseño industrial como un elemento estratégico.

Soy consciente de que éste no es un objetivo fácil. Sobretodo en ciertas zonas donde no existe una profunda tradición industrial y las empresas están más aisladas. Como por ejemplo Andalucía u otras zonas de España.

Tenemos que asimilar que es un camino duro en el que nos enfrentaremos muchas veces a la negación del diseño por parte de las empresas. Un rechazo que suele ampararse desde tres justificaciones:

- Unas lo rechazan por desconocimiento, para las que la divulgación y actos como el que estamos disfrutando son fundamentales.

- Otras por seguir haciendo peligrosamente las cosas como siempre las han hecho sencillamente porque siempre les ha ido bien. Hasta que deje de irles…

- Y otras tantas por creer, a partir de la pésima divulgación que hemos realizado de nuestra disciplina, que el diseño es algo superficial, frívolo y caro.
En este último sentido tenemos que empezar a cambiarles el chip apoyándonos en que el diseño sustituye siempre gasto por inversión. Hay que hablarles en clave económica, no lo olvidemos.

Sea cual sea el motivo, que es normalmente subjetivo y/o no está fundamentado si tenemos que hablar con propiedad, lo ideal es que siempre recurran al diseño para controlar el éxito de aquello que hacen.

Bajo esta convicción escribí a las PYMES la siguiente carta abierta. No olvidemos la importancia de este sector. Las PYMES suponen el 65% del PIB de nuestro país.


Carta abierta desde el diseño a los empresarios

A los pequeños y medianos empresarios que no confían en el diseño industrial, el diseño en general o que no creen que es importante incorporarlo a sus políticas de I+D+I, les digo:

Todos conocemos a empresarios y gerentes que pautan, deciden y diseñan sus propios productos. Productos que posteriormente ellos mismos fabrican. (Y utilizo la palabra diseñar porque todo se diseña, pero no todo se diseña bien)

En su mayoría son dueños de pequeñas y medianas empresas. Y sabemos de ellos que actúan de buena fe. Seguramente actúan así motivados por una larga experiencia y por creerse conocedores profundos de lo que sus propios mercados demandan.
Desde el sentido común rechazo radicalmente que no contraten nuestros servicios advirtiendo una facilidad asumible en el proceso de diseño sin tener conocimiento alguno al respecto.

Seguramente es la citada buena voluntad la que les impide entender posteriormente los fracasos empresariales a las que muchas de estas empresas están abocadas y a los escasos beneficios anuales que alcanzan por no tener un catálogo actualizado de productos innovadores, o por lo menos competitivos y coherentes.
Créanme cuando les digo que muchos de estos fracasos están causados por una misma ausencia: El diseño industrial.

Realicemos un paralelismo, seamos didácticos.

Estos mismos empresarios tan "inquietos" y emprendedores, que arriesgan su dinero y sus empresas, no osarían jamás defenderse ellos mismos en una causa judicial. Saben que no sólo basta con realizar una defensa basada en la "buena fe" o la experiencia personal, sino que existen una serie de normas, pautas y leyes que hay que saber manejar, analizar y plantear para poder llevar a cabo con garantías un proceso de este tipo.
Sin lugar a dudas, y aunque la ley permitiera que se defendieran ellos mismos, contratarían los servicios de un profesional que manejara los recursos necesarios para dar solución a tal problema. El profesional, abogado en este caso para ser más concretos, seguramente no trabajará tampoco bajo el alegato de la "buena fe" ni el de; “las cosas se han hecho siempre así”, si no que trazará una estrategia basada en parámetros objetivos que le permitan conseguir la mejor solución.

A esos empresarios que no confían en diseño, y que no dejan de asumir innecesariamente un riesgo que creo que no les toca, les recomiendo que no duden en creernos cuando les decimos que los diseñadores, al igual que los abogados, se basarán en parámetros objetivos y en el conocimiento de unas materias concretas, para poder aportar con las máximas garantías la mejor solución al proyecto encargado.
No actuarán probablemente ni bajo su experiencia personal, por ser más corta que su conocimiento, ni bajo su supuesta buena voluntad. E igual que cualquier abogado al que entiende un juez, el diseñador industrial buscará a través de una serie de normas, pautas y recursos entenderse con la sociedad, con la industria, con el mercado y con los usuarios.

Descubrirán entonces que el diseño tiene una metodología que busca resultados objetivos y que sin ésta es imposible llevar a cabo proceso alguno. Verán que el diseño es el mejor intermediario para ponerles en contacto con las necesidades de sus clientes. Y no exagero al decirles que disfrutarán y aprenderán mucho más compartiendo la tarea del diseño con un profesional.

Aunque tampoco vamos a lanzar cohetes, no les voy a engañar y como a veces se pierden los juicios, muchas veces también los productos diseñados por profesionales especializados no alcanzan las cotas previstas, presentan algunos errores o no son la panacea esperada.
No obstante, deberían ustedes empezar a reconocer que es mucho más arriesgado y trágico omitir que existen profesionales cualificados para este tipo de tareas.

Desde aquí le digo que confíen en el diseño, mucho más si cabe, estando inmersos en una dura crisis y ante un panorama de cambio como el que vivimos.
Es importante que sepan que existen profesionales muy asequibles y jóvenes con muchas ganas de trabajar. Profesionales muy capacitados que buscarán lo mejor para su empresa y lo mejor para la sociedad, fomentando así teóricamente el equilibrio sobre el que se basa nuestra propia disciplina.

Muchos no entendemos porque desde la pequeña y mediana empresa, que es en realidad el autentico motor industrial y económico de nuestro país y de muchos otros, no se recurre al diseño.

Hagan uso de él y dialoguen con el profesional si lo que necesitan es sentirse implicados en el proceso de creación del producto y/o servicio de sus propias empresas. Exijan, y exijan siempre. El diseñador es ante todo un conversador y un mediador.

No beneficia a nuestra profesión, ni al mercado, ni a ustedes mismos que sigan, a mi modo de ver, por un camino con un final tan previsible como triste.
Existen suficientes datos y estudios que viene a confirmar que, la inversión en diseño supone ser una garantía mayor que no recurrir a ello. Y lógicamente lograrán con bastante más regularidad, una mayor rentabilidad en los tiempos previstos.

Para terminar, retomemos el paralelismo del juicio y pensemos que si todos somos solidarios al pensar que cualquier acusado tiene derecho a un juicio justo y que en función de sus recursos siempre cabe la posibilidad de asignarle un abogado de oficio para ofrecerle una mínima defensa, ¿por qué la pequeña y mediana empresa no tiene derecho a un diseñador de oficio?
Sepan todos ustedes que existen. Son profesionales alejados del “star system” y de la cortina de humo que se cierne sobre nuestro sector. Son buenos profesionales que saben hacer perfectamente su trabajo. Los tienen cerca y dispuestos a trabajar para ustedes...

No lo duden, búsquenlos.

Muchas Gracias.