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A lo largo de los años, cómo hemos visto, muchos han sido los esfuerzos teóricos por intentar lograr acuñar una definición única y precisa del Diseño Industrial.
Y aunque mientras tanto, y al margen de este debate teórico, nuestra disciplina, su enseñanza y su práctica han ido avanzando adaptándose a lo largo de las décadas a todos los periodos históricos, industriales, intelectuales y sociales que se han ido sucediendo, esto no significa que no sea necesaria. Es más, en este devenir de los tiempos, a pesar de su supervivencia, no cabe duda de que hoy está más resentido y perdido que nunca. Actualmente está, en muchas ocasiones, excesivamente alejado de la realidad industrial, económica y social sencillamente porque aun no hemos resuelto este asunto.
Pero no nos llevemos a errores. Ojo. Definir el diseño industrial no es solo acuñar esos cuatro párrafos anteriormente expresados. Esta no es la solución. Nada más lejos. Quizás este ha sido uno de los errores cometidos. Pensar que mantener un discurso a estos niveles a medio gas era suficiente.
Pues no. Esto no es más que la línea de salida. Se necesita de mucha mayor profundidad porque esto solo nos coloca en un escenario concreto pero ahora hay que describirlo por completo.
Es decir, definir el diseño industrial con esa necesaria pretensión ideológica que hoy os he expuesto, es desarrollar cada uno de los conceptos aparecidos en su propia definición de forma específica y concreta en base a como entendemos la disciplina. Desarrollar teóricamente de una forma indivisible al diseño, todos y cada uno de sus factores para que éstos nos permitan formar un sentido de conjunto.
Todos sabemos que en nuestro sector definir conceptos es a veces una tarea ardua porque se utilizan acepciones constantemente de forma errónea y se diluyen así las fronteras. Al final se pierde por completo el sentido de aquello que queremos decir o de aquello que nos están explicando.
No hace falta poner muchos ejemplos, solo basta con pensar cuantas veces utilizamos u oímos de forma diferente, y con significados también diferentes, palabras como creatividad, lenguaje formal, proceso, concepto, estética, metodología, innovación y, cómo no, Diseño…
En la mayoría de los casos son palabras utilizadas como “comodines” que valen para nombrar muchas cosas y para no decir nada. Y esto solo se produce ante esa ausencia de consenso de significados.
Por este motivo, es con todas estas palabras con las que hay que re-definir el diseño industrial, de tal forma que éste adquiera su significado real y, sobretodo, común.
De no realizarse este laborioso y complejo ejercicio teórico-lingüístico general, no lograremos unificar la citada y necesaria ideología del diseño e iremos solo acumulando definición tras definición para ver cual de ellas es más imprecisa.
Así que, al margen de todo lo explicado, nos falta también un diccionario específico propio que deberíamos empezar a desarrollar. Necesitamos con urgencia establecer también de forma consensuada el significado de nuestras más cercanas herramientas intelectuales de trabajo.
En resumen, mi humilde opinión es que solo a partir de una teoría solvente y una clara definición de nuestras “palabras de uso cotidiano” podremos proteger y garantizar nuestra disciplina mediante una definición ideológica precisa.
“Es trabajo de los diseñadores hablar de diseño” (Tomás Maldonado)
MUCHAS GRACIAS A TODOS
En 2015 se ha producido una nueva actualización de la definición oficial del diseño industrial por lo que considero importante, para todos aquellos que os habéis interesado por esta ponencia, de que dispongáis de ella. Y aunque no cambie notablemente el propósito de este ejercicio intelectual es un nuevo elemento a considerar. Aquí la nueva actualización.