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Comienza un nuevo curso de diseño industrial

Ahora que empieza un nuevo curso académico y más allá de discutir sobre la diversidad de planes, criterios, titulaciones, escuelas y universidades donde se estudia diseño industrial, sería bueno preguntarles a los recién incorporados cuales han sido los motivos que les han llevado a matricularse en esta especialidad.

O mejor aun, sería más conveniente que las “charlas de presentación de curso” que se dan en la mayoría de centros circularan en torno a describir, con mayor rigor y más precisión, que es lo que van aprender y cómo en el futuro deberían desempeñar su profesión.

Creo que estamos obligados a ofrecerles, como diseñadores en activo o como formadores, una visión directa y sincera que logre desempañar la mirada borrosa que mantienen algunos de los recién llegados, quien sabe los que, sin vendas en los ojos, se matricularían en diseño u optarían finalmente por otra disciplina.
No dudemos que muy seguramente un elevado porcentaje habrán llegado al diseño industrial a través de una visión idealizada, muy idealizada.
Un retrato dibujado a partir de los muchos tópicos que existen sobre el diseño y de los discursos deformados que se emiten a diario desde las RRSS. Muchos creen en un diseño que en realidad no existe o lo conciben de una manera cuando en realidad es de otra muy distinta.
De lo que si que podemos estar muy seguros es que la gran mayoría descubrirán una disciplina mucho más compleja de lo que les resultó de una revisión rápida, superficial y general.

¿Vendrán los nuevos alumnos de diseño más leídos o solo saben del diseño por aquello que han visto y oído? ¿Cuantos de ellos saben que el diseño no es "libre"? ¿Saben que diseñar no es dibujar y/o tener más o menos gracia a la hora de plantear objetos? ¿Conocen mínimamente la historia del diseño industrial?

No lo sabemos. Por ello, digámosles primero que el diseño de autor que suelen haber visto –y que seguramente ha motivado gran parte de vocaciones- no es el canal más ortodoxo y objetivo para desempeñar una profesión que precisa mucha dedicación, esfuerzo y objetividad.

Digámosles que el diseño industrial es una profesión muy reconfortante pero no les ocultemos que es igualmente dura y sacrificada.

Y ya puestos a decirles, digámosles que muchos no acabarán.

Digámosles que otros acabarán pero jamás ejercerán.

Digámosles que una gran mayoría acabarán haciendo labores más grises y técnicas de lo que hubieran deseado.

Digámosles que existe “una élite” asentada en el mercado laboral que será difícilmente desbancada y que sus posibilidades, aun siendo buenos, serán siempre un poco menores.

Digámosles que se enfrentarán al desconocimiento de la profesión por parte de muchos, incluidos clientes.

Digámosles que a veces les tocará explicar que es lo que hacen pero no por ello tendrán resultados.

Digámosles que les tocará ser divulgadores de su trabajo.

Digámosles que algunos tendrán también la labor de definir el diseño del futuro así que tendrán que fomentar un discurso intelectual y crítico, con lo aburrido que eso es.

Digámosles que no podrán jamás ir hacía atrás en la calidad de su trabajo. Y que estarán obligados siempre a crecer y evolucionar. A mirar hacía adelante y mejorar para no correr el riesgo de quedar descolgados.

Digámosles que estarán expuestos a la competencia desleal y que serán cuestionados.

Digámosles que muchos autodidactas les tacharán de titulitis.

Digámosles que seguramente no se harán ricos.

Digámosles que los royalties son cada vez más un mito.

Digámosles que si no solucionan problemas no los querrán.

Digámosles que una forma sin estructura no es nada.

Digámosles que a veces perderán más que ganarán.

Digámosles que es una carrera de fondo.

Digámosles el primer día de curso todo lo áspero que tiene el diseño, por favor.

Avisémosles para que sepan, de entrada, que deberán ofrecernos lo máximo que tengan dentro. Por ellos y por los demás.

Digámosles que el diseño estresa y quema.

Digámosles que a veces no podrán ser ellos los que tomen las decisiones más importantes.

Digámosles que unas veces trabajarán en soledad. Una soledad absoluta donde el peso de la responsabilidad se hará insufrible.

Digámosles que otras veces, en cambio, compartirán trabajo con los profesionales más diversos y no siempre se llevarán bien.

Digámosles que estarán expuestos a los recelos de sus colegas y que deberán ser fuertes moralmente.

Digámosles que el diseño industrial, el que se aleja de esos tópicos que han configurado su visión, es una profesión que desgasta.

Digámosles que no tendrán sábados o domingos y que dormirán poco.

Digámosles que llorarán.

Digámosles todo lo malo sin callarnos nada.

Y una vez ubicados en este paraje desolador del diseño, a los que queden, digámosles que el diseño industrial es todo eso pero también es muchísimo más. Más y mejor.

Digámosles que es una de esas profesiones en la que los buenos momentos lo llenan todo.

Digámosles que en diseño industrial un trabajo riguroso y bien hecho siempre tendrá cabida y tarde o temprano será valorado.

Digámosles que podrán vivir, antes que nadie, el inicio de las cosas.

Digámosles que si se esfuerzan, a pesar de lo que piensen, siempre tendrán un lugar en el diseño.

Digámosles que podrán pensar y participar en la creación de una sociedad mejor.

Digámosles que podrán desarrollarse profesional e intelectualmente y realizarse como personas.

Digámosles que se emocionarán con el trabajo de los demás.

Digámosles que siempre harán falta.

Digámosles que aprenderán a ser generosos.

Digámosles que adquirirán una mirada que siempre irá más allá.

Digámosles que reirán.

Digámosles que soñarán.

Digámosles que participarán en proyectos que jamás hubieran pensado.

Digámosles que aprenderán siempre si están atentos.

Digámosles que llegarán a amar la profesión con una pasión como no creían tener.

Digámosles que disfrutarán como niños porque siempre podrán ser niños dentro del diseño.

Digámosles que podrán ser dueños de su trabajo.

Digámosles todo lo bueno que también tiene el diseño industrial, por favor.

Digámosles de forma sincera, ahora que empiezan el nuevo curso y una nueva vida, que aunque aun no sean muy conscientes, que los esperamos.

Digámosles que muy bienvenidos y muchas gracias por compartir una profesión que la gran mayoría amamos tanto.


Digámosles que esperamos todo de ellos porque ellos son el futuro del diseño industrial.

Septiembre de 2012