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Hace ya un tiempo, bastante tiempo más bien, ante el pésimo panorama al respecto de la contratación real de servicios de diseño industrial por parte de las PYMES y también ante la poquísima promoción efectiva existente del diseño en el ámbito industrial, escribí una carta abierta para expresar como entendía esa situación.
Hoy la he recopilado porque sigue, en esta coyuntura de crisis, más vigente que nunca y he creído interesante dejarla en esta página que no pretende otra cosa que exponer reflexiones sobre nuestra profesión y pensamientos sobre diseño industrial.
Un toque de atención al mundo de la pequeña y mediana empresa (PYMES) que pese a todos los esfuerzos que realizamos entre todos los que nos dedicamos a esta profesión sigue sin confiar realmente en el Diseño Industrial.
A los pequeños y medianos empresarios que no confían en diseño industrial o que no creen que es importante incorporarlo a sus políticas de I+D les diría:
Todos conocemos a empresarios y gerentes que pautan, deciden y diseñan sus propios productos, aquellos que posteriormente ellos mismos fabrican.
En su mayoría son dueños de pequeñas o medianas empresas. Y sabemos de ellos, muchas veces en primera persona, que actúan de buena fe, eso nadie lo discute. Quizás motivados por una larga experiencia o en la mayoría de los casos por creerse conocedores profundos de lo que sus propios mercados demandan. Rechazamos totalmente convencidos de que esto se produzca porque advierten una facilidad asumible en el proceso de diseño industrial sin tener conocimiento alguno al respecto.
Quizás sea esta buena voluntad la que les impida entender posteriormente los fracasos empresariales a las que muchas de estas empresas están abocadas y a los escasos beneficios anuales que alcanzan por no tener un catálogo actualizado de productos innovadores, o por lo menos competitivos y coherentes. Muchos de estos fracasos están causados por una misma ausencia: El diseño industrial.
Realicemos un paralelismo, seamos didácticos.
Estos mismos empresarios tan "inquietos" y emprendedores, que arriesgan su dinero y sus empresas, no osarían jamás defenderse ellos mismos en una causa judicial. Saben que no solo basta con realizar una defensa basada en la "buena fe" o la experiencia personal, sino que existen una serie de normas, pautas y leyes que hay que saber manejar, analizar y plantear para poder llevar a cabo con garantías un proceso de este tipo.
Sin lugar a dudas, y ponemos la mano en el fuego, contratarían los servicios de un profesional que manejara los recursos necesarios para dar solución a tal problema. El profesional, abogado en este caso para ser más concretos, seguramente no trabajará bajo el alegato de la "buena fe", si no que recurrirá a trazar una estrategia basada en parámetros objetivos que permita conseguir la mejor solución.
A esos empresarios que no confían en diseño, y que no dejan de ser innecesariamente osados empresarios, les recomendamos que no duden en creernos cuando les decimos que el diseñador industrial al igual que el abogado se basará en parámetros objetivos y en el conocimiento de unas materias concretas, para poder aportar con las máximas garantías la mejor solución al proyecto encargado. No actuará probablemente ni bajo su experiencia personal, por ser más corta que su conocimiento, ni bajo su supuesta buena voluntad. Igual que el abogado al que entiende un juez, el diseñador industrial buscará a través de una serie de normas, pautas y recursos entenderse con la sociedad, con la industria, con el mercado y con los usuarios.
Descubrirán entonces que el diseño industrial tiene una metodología y que sin ésta es imposible llevar a cabo el proceso de diseño. Y no exagero al decir que disfrutarán y aprenderán mucho más compartiendo esa tarea con un profesional.
Aunque tampoco vamos a lanzar cohetes, no les vamos a engañar y como a veces se pierden los juicios, muchas veces también los productos diseñados por profesionales no alcanzan las cotas previstas, tienen errores o no son la panacea. No obstante consideramos que es mucho más arriesgado y trágico obviar que existen profesionales cualificadas para este tipo de tareas.
Desde aquí les decimos que confíen en el diseño industrial, más inmersos en una dura crisis y ante un panorama de cambio dentro del sector del diseño. Es importante que sepan que existen profesionales muy asequibles, jóvenes con ganas de trabajar. Profesionales muy capacitados que buscarán lo mejor para su empresa y lo mejor para la sociedad, fomentando así teóricamente el equilibrio sobre el que se basa la propia disciplina.
Muchos no entendemos porque desde la pequeña y mediana empresa, que es en realidad el autentico motor industrial y económico de nuestro país y de muchos otros, no se demanda diseño.
Hagan uso del diseño industrial y dialoguen con el profesional si lo que necesitan es sentirse implicados en el proceso de creación del producto de sus empresas. Exijan, exijan siempre, el diseñador es ante todo un conversador y un mediador.
No beneficia a nuestra profesión, ni al mercado que muchos empresarios sigan a nuestro modo de ver, por un camino con un final tan previsible como triste. Existen datos estadísticos al respecto de que la inversión en diseño es una garantía y posibilita generar más beneficios que sin este tipo de estrategias.
Para terminar retomemos el paralelismo del juicio y pensemos que si todos somos conscientes y solidarios al pensar que cualquier acusado tiene derecho a un juicio justo y que en función de sus recursos siempre cabe la posibilidad de asignarle un abogado de oficio para ofrecerle una mínima defensa, ¿porqué la pequeña y mediana empresa no tiene derecho a un diseñador de oficio?. Existen. Son profesionales alejados del candelero “publicitario”, buenos profesionales que saben hacer su trabajo. Los tienen cerca y dispuestos a trabajar para ustedes… No lo duden, búsquenlos.
Muchas Gracias.
La siguiente carta no pretende ser otra cosa que evidenciar la falta de promoción real que existe del diseño industrial en el ámbito de las PYMES.
Mayo 2011