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En esencia y por concepto, creo que toda buena crítica de diseño tiene una parte buena y una mala supongo.
Descubría a través del twitter de @jorgesanluis un brevísimo post en “De todas formas” de Josep Puig al respecto del diseño de un banco de Konstantin Grcic presentado en la Feria IMM de Colonia y comercializado por la empresa BD Barcelona.
La parte buena del post es bastante evidente. Es siempre positivo cuestionar las cosas (que lo merezcan) más allá de quien las haga y quien las fabrique. Puesto que no todo es siempre perfecto y en mi opinión una firma y/o un nombre no es jamás un aval suficiente como para defender lo indefendible.
Así que el hecho de que un diseñador industrial –además de indiscutible y reconocido prestigio- como lo es Josep Puig, haga una crítica abierta es sano para la profesión. Es sano para el diseño industrial y desde aquí –si por casualidad me lee- se lo agradezco publicamente.
Pienso que no es fácil estar entre los grandes y aun lo es menos opinar sobre el trabajo de los que comparten escalón. Me pregunto cuantos de ellos se tendrán que morder la lengua ante el trabajo de sus colegas para no provocar enemistades. Imagino que la gran mayoría si atendemos a ciertos proyectos.
Por esta razón, que se ponga en duda –o así lo he interpretado yo- la poca profundidad de análisis de un diseñador consagrado en un proyecto importante y que además también se derive de ello el consentimiento ingenuo (y una finalidad comercial muy descarada) de una empresa que presuntamente siempre nos ha vendido la cultura del proyecto es un hito en el diseño industrial.
La parte mala de la crítica es que le falta una justificación. Pienso que no nos ofrece una explicación de si es o no correcto pisar ciertos suelos –esos que se critican- en diseño industrial y por qué.
Creo que Puig nos debía, pues tiene además la capacidad, de haber ilustrado un poco más trasladándonos las cuestiones de por qué un proyecto así está mal planteado. Sin duda hubiéramos aprendido muchas cosas.
El proyecto, aun siendo totalmente discutible si no se exploran las motivaciones, si que nos lanza sin tapujos una cuestión importante que nos permite reflexionar: ¿En diseño todo es “tocable”?
Pues quizás si. Y eso, eso tampoco es tan malo. Que el diseño industrial aborde sin miedo caminos ya recorridos no es malo porque el diseño industrial no puede marcarse barreras y establecer que existen terrenos que no pueden pisarse solo porque son caminos por donde han pisado grandes diseñadores y los mantenemos como figuras simbólicas incuestionables. Creo que con respeto y siempre de forma justificada -en diseño industrial- pueden revisarse los grandes proyectos de los grandes diseñadores, ¿Por qué no?
Aunque claro, faltaría saber si el proyecto Bench B (así se llama el producto) mantiene ese nivel de respeto y la justificación suficiente como para que podamos estar ante una buena revisión de diseño industrial que nos aporte nuevas cosas.
Ahora que cada uno extraiga sus propias conclusiones.
Reitero lo sano que es poder cuestionar las referencias que rigen el “diseño industrial oficial”. Siempre he apostado por la crítica –justificada- del diseño para el crecimiento y la mejora constante de la disciplina.
Enero de 2013