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Tabúes y deberes del diseño

Cómo últimamente frecuento interesantes foros de debate como por ejemplo Diseño sensato, que recomiendo totalmente y que no descubrí por desgracia hasta hace poco, es bueno decir que la reflexión siguiente no está motivada por esta nueva incursión en el pensamiento de otros, nada más lejos, sino que ésta se cuajó hace ya mucho tiempo (de hecho siempre he pensado más o menos así) y quedó olvidada en un borrador allá por el mes de julio que he retomado ahora.

Dicho esto, aquí va una reflexión algo más crítica que de costumbre aunque considero que es necesaria hacerla y de la que espero que otros profesionales tengan el mismo parecer.

Una mañana de julio, como he dicho, reflexionaba sobre el almacenamiento y la masificación de la información que nos ofrecen hoy día las “nuevas tecnologías”, me refiero principalmente a Internet, han proliferado durante los últimos años los foros, sitios dedicados, páginas de recursos e incluso cursos online sobre diseño que posibilitan que muchos jóvenes, y ya no tan jóvenes, descubran y se acerquen al diseño industrial y al diseño gráfico mayoritariamente.

Es obvio que en general este nuevo contexto cultural es muy positivo y permite por ejemplo y entre otras muchas cosas, que muchos jóvenes puedan conocer más de cerca y en mayor profundidad la futura profesión que desean estudiar y ejercer.
- A muchos de mi generación nos hubiera ahorrado muchos viajes a la biblioteca y a centros educativos, una y otra vez, para conocer de cerca la labor de este tipo de profesiones, los planes de estudio e informarnos y evaluar si es lo que andábamos buscando. -

Esta inmensa oferta informativa también mejora la formación de los profesionales permitiéndonos estar totalmente actualizados (en todos los sentidos) de forma sencilla y constante.
Con el acceso documental de forma tan fácil, rápida y económica también disponemos de muchas otras ventajas a nivel comercial, promocional y divulgativo, poniendo a nuestro alcance muchos recursos que nos ayudan enormemente a los profesionales para poder acercarnos a otros colegas diseñadores y a potenciales clientes. Hoy muchos de ellos, podría decirse que una gran mayoría, logran contactar con nosotros a través de estos medios.

A través de estas herramientas podemos dejar constancia de nuestro trabajo y nuestra forma de pensar como diseñadores - para muestra esta reflexión - así como exponer amplios y detallados catálogos de nuestros proyectos de diseño mostrando nuestra experiencia y nuestras capacidades, ya sea como empresa, estudio o como profesionales liberales.
En definitiva, como siempre ha pasado, la información bien tratada, utilizada y canalizada nos permite crecer y aprender.

Pero no todo van a ser ventajas y para nuestro colectivo profesional pueden ser recursos (aquellos que se den sin mesura ni control) realmente muy peligrosos y en cierto modo nos están perjudicando mucho más de lo que podríamos pensar a primera vista.
Lamentablemente son medios o canales idóneos para el cobijo y el afianzamiento de todo tipo de pseudoprofesionales que, según su propia descripción, se han “hecho así mismos”. Paradójicamente han adquirido a través de estos mismos medios unos presuntos conocimientos de forma totalmente autodidacta y no solo se creen con el conocimiento suficiente para ejercer la profesión sino que además, si les damos el suficiente tiempo y confianza, se proclaman como profesionales liberados del lastre de lo “académico” y de lo “reglado”, pese a no conocer nada del mundo educativo y teórico, que rechazan de forma injustificada evidenciando su propia ignorancia e incultura.
Desde mi humilde punto de vista son simplemente intrusos e irresponsables que apuestan por el camino más sencillo.
Pero debemos ser justos y aceptar, como no, la existencia de muy buenos profesionales que han logrado serlo a partir de este tipo de procedimientos más "libres" y a partir de la experiencia, pero esa no es la norma sino la excepción, así que podemos imaginar que la gran mayoría son meramente intrusos no capacitados.

Podemos encontrar este intrusismo, al que nos referimos, básicamente en dos áreas muy distintas; una es el ámbito práctico, es decir el intrusismo de individuos que supuestamente ejercen la profesión sin titulación alguna y otro es el intrusismo que podemos denominar de "opinión", es decir aquel que soportamos de individuos, realmente ajenos al diseño, que debaten en la red o tienen sitios dedicados sobre nuestras disciplinas y que buscan hacerse un hueco en el sector a costa del desconocimiento de muchos.

En el ámbito de la práctica este intrusismo es aun mucho más notable y agresivo en ciertas disciplinas de diseño, siendo la reina por excelencia el diseño gráfico donde al parecer es más fácil disimular la falta de conocimientos, pues supuesta y aparentemente, solo hace falta lograr un resultado más o menos vistoso y listos.
Otra posible razón del aumento del intrusismo en el diseño gráfico la encontramos seguramente en que los “daños” ocasionados son normalmente menores ya que las inversiones destinadas a poner en práctica la aplicación de esos trabajos de diseño son mucho más pequeñas y su restitución es siempre mucho más rápida, por lo que podemos imaginar, que los intrusos están más predispuestos a aceptar ciertos riesgos. Por fortuna estos pseudoprofesionales desarrollan normalmente trabajos para pequeñas empresas donde se minimizan algo más los males, pero no por ello debemos aceptarlos o tolerarlos, ni el colectivo (es decir nosotros) ni las empresas. A la fin están quitando el trabajo a otros profesionales que lo merecerían o lo mereceríamos.

Cuando el intrusismo se da en una disciplina de diseño asociada a procesos de elevada inversión, como puede ser el caso del diseño industrial, el daño realizado es exponencialmente más grave. Por un lado las inversiones pueden ser muy elevadas y la pérdida económica y de tiempo puede ser muy importante llegando a cientos de miles de euros y meses perdidos.
Por otro lado, lo que aun peor, se produce una falta de confianza por parte del empresariado hacía el diseño industrial que incide de forma negativa en todo el colectivo.

En el entorno de opinión (aunque esta palabra no sería la más adecuada) este intrusismo es más genérico y podemos encontrar y leer a muchos estos pseudosprofesionales en diversos foros y debates sobre diseño opinando, asesorando, teorizando y preguntando las más inverosímiles tonterías.
Pero, ¿Que podemos esperar de una sociedad donde al parecer todas las opiniones son aceptadas y tienen cabida pese al daño realiza hacía el periodismo está a la orden del día.

- Al respecto de las consultas y preguntas es cierto que siempre debemos mantener una postura de máximo respeto, vengan de donde vengan, porque buscan probablemente adquirir cierto tipo de conocimiento. Por mi parte mantengo ese respeto pero la verdad es cuesta mucho leer ciertas preguntas y/u opiniones sin ningún tipo de sentido sobre diseño, que en realidad nada aportan y que solo sirven para deformar la realidad de aquellos que no conocen nuestra profesión. Sobretodo aquellas realizadas por individuos que se venden como profesionales capacitados sin serlo realmente.
Creo que si somos excesivamente comedidos les estamos ofreciendo más aire y espacio.
Deberíamos saber que el hecho de tener un sitio en Internet, exposición de trabajos o una opinión aparentemente formada no implica necesariamente a un profesional detrás -.

Tomemos consciencia de lo importante que es de una vez por todas, para evitar este tipo de situaciones, regular el diseño. No hablo de leyes restrictivas, reconozco lo difícil que es hoy día, en una sociedad cada día más prohibitiva, hablar de restricciones. Es en realidad hablar de regulación.
Apostemos en serio, y lo antes posible, por la creación de un riguroso colegio de diseñadores industriales (el diseño gráfico está en ello desde hace unos años) más allá de las asociaciones profesionales, que poco pueden hacer contra estas prácticas ilícitas, y que lamentablemente se han convertido en meras estructuras burocráticas de promoción interesada que poco aportan a la defensa de la profesión.

La existencia de estos intrusos no hace más que evidenciar la falta de información y el bajo conocimiento que tienen las empresas al respecto de las disciplinas de diseño. Esto debería motivarnos también para esforzarnos un poco más, o un mucho más en labores de divulgación, promoción y defensa de nuestra profesión.

Para acabar decir que asumo, no sin cierta resignación, que este tipo de temas acaben convertidos en tabúes y que no interese mucho hablar de ciertas cosas relativas a nuestro sector profesional, como por ejemplo la competencia, la responsabilidad y el intrusismo en el diseño como es el caso.
Parece estar mal visto hablar de todo ello de forma abierta y no suele hacerse pero quiero creer que este mutismo responde al deseo de no abrir debates más profundos.

Cierto profesor de diseño industrial decía, aunque refiriéndose a otro tema creo que es extrapolable, que:

“Muchas veces es mejor dejar las cosas como están para no mover mucho las aguas y poder continuar haciéndolas.

Quizás sea por esa razón por la que no se mueven ciertos aspectos sobre la regulación de nuestra profesión y nos preocupamos únicamente por nuestro trabajo diario pero deberíamos mostrar más responsabilidad y asumirlos. No solo ya únicamente por nosotros mismos sino por nuestra profesión, su defensa, su futuro y el respeto a los profesionales que vienen detrás nuestro, a los que les debemos un panorama mejor y más avanzado.

Es nuestro deber como profesionales no dar cabida a un intrusismo que solo puede provocar desprestigio y daño a la profesión. Por el contrario es también nuestro deber orientar a todos aquellos que deseen acercarse a nuestra profesión y ayudarles en todo lo posible para que logren andar sobre los caminos más adecuados.

Octubre de 2010