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Últimamente me siento extraño. Cierto entorno nos dice a ciertos diseñadores que estamos anticuados y desfasados pero sin embargo nuestro trabajo sigue teniendo plena vigencia y aporta soluciones a nuestros clientes. Algo falla…
Leo, veo y percibo excesivos e intencionados cambios de ciclo, cambios de sistema, desapariciones inminentes, nuevas nomenclaturas en inglés que invalidan los vocablos de antaño, subdisciplinas de disciplinas, especialización de especializaciones, un cambio de rumbo, de hacer, de entender, (…) al respecto del diseño industrial.
Demasiada ensoñación e invasión, diría yo para ser más preciso, que a lo único que ayuda es a desinformar, más si cabe, al desinformado.
Me pregunto si no merecería más la pena centrarnos en nuestro trabajo del aquí y del ahora e intentar mejorarlo para mejorar con él las cosas.
Se augura el fin de la industria, el fin del modelo pero yo soy de los que piensan que hasta que tenga un solo cliente con el que compartir un proyecto seguiré siendo un diseñador industrial en activo y por concepto y por definición no puedo estar al margen, ni desvincularme, de la industria. Una industria que además se hunde ante la falta de ideas renovadas en una crisis que se las está llevando por delante a un ritmo inaguantable.
A veces tengo la sensación de que estamos perdiendo el norte pensando ciegamente en un territorio aun por descubrir, o por lo menos por explorar. Y ya sea un espejismo o una realidad, lo que venga, vendrá, pero para llegar debemos ser conscientes que estamos obligados a recorrer el camino que aun pisamos y el de hoy, al respecto del diseño industrial, la industria y los mercados, es un camino muy duro y difícil por lo que sería más inteligente aligerarlo en medida de nuestras posibilidades profesionales actuales.
Parece que desde hace un tiempo se da más crédito a ciertas influencias y tendencias (ideadas posiblemente por todos aquellos que encuentran en ellas un camino fácil para su beneficio) que a la realidad existente.
Quizás sea porque me hago viejo, puede ser, pero no logro creerme ciertos discursos y pronósticos y sigo pensando que las cosas no han cambiado tanto, por mucho que los que hacen más ruido, o tienen la capacidad innata de convencer, nos lo vendan bien y se empeñen en decir que si, que estamos ante un cambio total de la forma de entender y de hacer en el diseño industrial.
Es verdad que muchas cosas, en general, han cambiado, nadie lo cuestiona ni lo haré yo. El mundo siempre cambia. Cambiamos nosotros mismos también así que no admitir los cambios es estúpido. Pero el mundo (que incorpora esos cambios sociales, económicos e intelectuales) cambia con nosotros dentro y jamás lo hará sin nosotros, es decir que no habrá nunca un cambio tan radical que no logremos entender, simplemente porque no daremos el paso para cambiar las cosas. No lo esperemos porque es perder el tiempo y en épocas de crisis es lo que más nos falta.
No es menos cierto que los niños que no tuvimos todo lo que hoy es habitual; Internet, los móviles, las televisiones planas, etc,.. hoy podemos reconocer el gran cambio dado con cierta sorpresa si echamos la vista atrás pero lo hemos incorporado a nosotros y a nuestras vidas de forma muy gradual y sin ningún tipo de incidencias ni traumas. Lo hemos aceptado y por eso lo hemos permitido.
En cambio otras muchas cosas como los coches voladores, la convivencia con civilizaciones extraterrestres, las ciudades espaciales, la tele-transportación, la vida eterna en la tierra, curaciones milagrosas, etc.. Nunca llegaron a suceder y es muy raro porque alguna de esas cosas tenían hasta puesta su fecha. Recordarán los de mi generación que se decía de forma convencida que en el año 2000 los coches volarían…. Bueno, la verdad es que también se decía que en el 2000 el mundo se colapsaría pero no pasó nada fuera de lo habitual. Ensoñaciones, quizás como las que nos acontecen, siempre las ha habido y las habrá pero debemos tener la habilidad de sortearlas para mantener el rumbo correcto.
Esta realidad más mundana y conocida (quizás incluso más aburrida) a la que aludo entre líneas y en la que sigo creyendo no responde a un pensamiento rígido, nada más lejos, sino que es una realidad que constato día a día en el desarrollo de mi trabajo. Y es que el mundo que me rodea sigue siendo, en lo básico (ya veces no tan básico), muy parecido hoy que hace diez años, con sus mismos problemas y con sus mismos propósitos.
Entiendo el afán de cambio que tiene siempre una generación (siempre la de uno mismo) y entiendo que por ser participe directo de esos cambios uno llegue a creerse ciertas cosas pero de ahí a deformar la realidad hasta no ser consciente de ella o no hacer nada, pensando que no hay nada que hacer, hay un abismo.
No nos engañemos, ni engañemos. Admitamos que el diseño industrial esta sometido a unas reglas que, en esencia, siguen siendo las mismas de siempre y así seguirán mientras exista industria. E industria, creedme, seguirá existiendo aunque cambie de aspecto o de lugar.
En algunos países habrá menos, si, pero la que se pierda es porque se redistribuye hacía otras zonas, exactamente igual que la riqueza. La industria, hoy día, es un poco como la energía, que no se destruye, en este caso se redistribuye y esto es tan obvio como que los mercados y el consumo siguen existiendo.
En definitiva hoy seguimos, al igual que hace 10 años, diseñando productos afines a las empresas-cliente que acaban convertidos en realidades por medio de la industria. Esta secuencia implica que diseñamos siempre sometidos a las pautas del cliente y a sus necesidades específicas y reales. Salirse de aquí y proponer alternativas que difieren de este esquema y de esas necesidades, bajo mi punto de vista, es una mala praxis y solo se produce por un motivo, que no es otro que el no saber trabajar con esas restricciones. Lógicamente es mucho más fácil justificar las cosas “a posteriori” que hacer algo nuevo, fresco y/o mejorado andando sobre un camino totalmente parametrizado.
Hoy día, en esta realidad paralela que se nos intenta imponer, toman gran protagonismo aquellos que se empeñan en presentarnos, bajo la etiqueta diseño industrial, objetos y productos aparentemente únicos, de aire personal y artesanal. Pero esas “nuevas alternativas” nada tienen que ver realmente con el diseño industrial porque si las analizamos desde un punto de vista estricto de proyecto veremos que no tienen en cuenta a la industria. Imagino que no hace falta citar referencias o poner ejemplos, muchos sabrán de qué estoy hablando.
Si, no negaré que inundan las revistas y los medios, pero no tanto los espacios físicos o nuestros hogares, eso también es verdad, son productos que luego no logran alcanzar el mercado.
Creo que todas estas nuevas “tendencias” acaban siendo productos de escaparate y nada más porque no son planteamientos que interesen a la industria porque por definición suponen todo tipo de problemas y es que el salto, que motivó en parte el nacimiento del diseño industrial, se dio una vez al revés pasando de lo artesanalmente construido a lo industrialmente fabricado así que es en realidad admitir estas tendencias sería una involución.
¿Entonces que ocurre? Sencillamente creo que lo que ocurre es que estamos pagando el mal endémico de la enseñanza del diseño y hablamos de diseño industrial cuando en realidad estamos hablando de otra cosa muy distinta.
Quizás sea porque compaginé mi aprendizaje con mi primera experiencia en la industria que mi realidad de lo factible está muy bien estructurada y es muy diferente a la de otros muchos. Es posible que por esta cuestión no haya sabido ver mis propias carencias de aprendizaje académico. En cualquier caso lo que si percibo y compruebo, a partir del trabajo de muchos colegas recientes, es una enorme desvinculación con la industria.
He tenido oportunidad de revisar, por mi cargo como director del Dpto. de diseño en una empresa de mobiliario, el trabajo de muchos jóvenes diseñadores y en la mayoría de ellos he advertido planteamientos totalmente al margen de la industria (cómo esos que marcan las nuevas tendencias) pero no eran conscientes de este alejamiento porque es lo que habían aprendido. Así que el error, como he dicho antes, creo que nace desde la docencia. Y es un mal que nos acontece desde hace mucho tiempo.
Leía hace poco un articulo en ForoAlfa (que recomiendo desde aquí) al respecto, que motivó en mi la siguiente pregunta:
- ¿Sino se enseña de forma rigurosa, cómo se pueden plantear proyectos rigurosos por las nuevas generaciones de profesionales?. Pues realmente de forma muy difícil.
Analizada esta actualidad borrosa e interesada para muchos, lo que si os puedo asegurar es que yo seguiré haciendo mi trabajo como siempre lo he hecho, lo mejor que pueda y sepa. Eso si, siempre totalmente convencido de que aun tiene plena validez y de que aporta soluciones. Y si esas tendencias responden a una realidad futura estoy seguro que llegará el día en que todo será tan diferente (y por la misma razón será todo tan igual) que mi manera de trabajar será entonces la diferencia entre esa nueva normalización y quizás por ello vuelva a tener valor mi forma de ver el mundo del diseño industrial. Y es que yo seguiré apostando por lo que siempre he apostado, por el valor de las cosas bien hechas como siempre se han hecho, ni más ni menos.
Algunos opinaréis que quizás soy un diseñador excesivamente pragmático pero creo que tampoco es así. Es obvio que para desempañar nuestra profesión debemos cultivar un elevado grado de inventiva e imaginación, que yo creo tener, pero después de reflexionar mucho sobre los procesos de diseño industrial y sus resultados he llegado a la conclusión de que debemos siempre ofrecer un nivel de innovación tal que pueda ser siempre fácilmente asimilado por el usuario. Adelantarse siempre de forma excesiva (y esto está ligado a lo dicho en el inicio de la reflexión sobre los presuntos tiempos venideros) es estar abocado al más absoluto fracaso.
Últimamente me siento extraño, cierto entorno nos dice a ciertos diseñadores que estamos anticuados y desfasados pero sin embargo nuestro trabajo sigue teniendo plena vigencia para nuestros clientes. Algo falla…
Febrero de 2011