El diseño es de otros

Durante el desarrollo de proyectos, en la etapa en que las ideas toman apariencia física, he vivido demasiadas veces como los diseñadores industriales se quejaban por leves diferencias con su modelo, desfases casi inapreciables al respecto de un radio, un ángulo o una línea insignificante que se escapaba a su control. Y cuando he pedido un motivo que me desvelara la razón de atender esa incongruencia concreta, más que recibir una justificación objetiva que describiera una solución mejor con tal lastre, solo he logrado enrocar su cabezonería para acabar oyendo: “No está como en el dibujo" (y punto).
Pero vamos a ver alma de cántaro, ¿si el “dibujo” lo haces tu mismo por qué no puede ser de otra sutil manera que beneficie un poquito más un proceso, mejore el coste o simplemente agilice tiempos? ¿No somos los diseñadores amos de nuestro trabajo? ¿No nos vanagloriamos de tener siempre las orejas en guardia para atender y aprender de todos los que influyen en el proyecto?

Cada día entiendo menos nuestra profesión, bueno, más bien a sus actores principales ¿en qué nos hemos convertido los diseñadores? Bien pudiera parecer que el proyecto, en cuanto a resultado propio de cada diseñador, es una entidad que nos esclaviza y que una vez la imagen está en el papel ésta acaba convertida en un contrato infranqueable y sobre todo indiscutible. Pecamos de apego, nos enamoramos de nuestras propias líneas. Menudo divismo. Y poco a poco cultivamos un carácter del que cosechamos una actitud e intransigencia más propias de un artista, permisiblemente obnubilado por un incuestionable trazo que emanaría de sus entrañas, que de un diseñador profesional sometido a encargo y dependiente normalmente de los recursos y las infraestructuras de sus clientes.

Llevo suficientes proyectos a las espaldas –y muchas más indigestiones- como para saber que el proyecto es algo dinámico, vivo, que debe ajustarse también (y hablamos de detalles) a las partes demandantes que, si bien no diseñan propiamente si que están en todo su derecho de establecer las que consideran como las mejores condiciones de aquello que van a incorporar a su catálogo y que van a vender posteriormente para llenar también los bolsillos de esos infantiles diseñadores. Escúchales y no actúes como un estúpido porque te tomarán por un estúpido.

El trabajo de un diseñador industrial casi siempre se realiza para un tercero así que es lógico pensar y asumir que el diseño, nuestro diseño en este caso, es siempre el diseño de otros. Seamos consecuentes o, por lo menos simplemente profesionales.

Octubre de 2021

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