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Aunque ya había reflexionado sobre el mismo tema en este espacio, permitir que vaya reiterando y ampliando ciertos pensamientos para mejorar los puntos de vista.
Siempre he defendido que el diseño industrial “per se” es una disciplina que incorpora y contempla la sostenibilidad y el respeto del medio ambiente y del ser humano en su núcleo más profundo y en su propia filosofía.
Así lo aprendí mientras estudiaba diseño (donde ya tenía asignaturas al respecto) y así también lo podemos analizar y observar en la mayoría de buenos productos diseñados muchos años antes de que este concepto se pusiera de moda.
Pienso que convertir ahora la sostenibilidad en una especie de piedra filosofal y/o en moda, no solo es hacerle un flaco favor al diseño industrial si no que es una forma cruel e intencionada de exclusión que viene a decirnos, a algunos, que si hoy día no te defines explícitamente como sostenible no tienes cabida.
No podemos olvidar, porque sería injusto y poco riguroso para hacer un análisis preciso, que en el diseño industrial la búsqueda máxima de optimización, tanto de recursos como de procesos, es una pauta fundamental para lograr los mejores objetivos. Eso ya es en si mismo una forma coherente, consecuente, necesaria y altamente efectiva que nos permite establecer entornos más sostenibles. Si a esto le sumamos que el diseño industrial es una disciplina técnico-intelectual-cultural y que mediante ella se proyectan productos u objetos normalmente para el ser humano y que pretende mejorar y/o facilitar sus vidas, podremos entender que la in-sostenibilidad en diseño industrial en realidad no tiene mucha cabida, ni mucha razón de ser.
Vaya por delante que entiendo que la sostenibilidad es algo muy complejo que depende de muchos aspectos, cuestiones e incluso sistemas y no solo de materiales, procesos y recursos pero en lo que respecta a nuestra aportación como diseñadores industriales el control de ciertas, y muy concretas cuestiones, si que nos permite acercar, siempre en medida de nuestras posibilidades como profesionales, los productos a ese estadio ideal de respeto.
Esta incomprensible, creciente y preocupante tendencia de separar la sostenibilidad del diseño industrial “tradicional” creo que ha hecho que algunos estén pierdiendo el rumbo de la disciplina adrentándose en un laberinto en el que no encontrarán una fácil salida.
La sostenibilidad no es solo proyectar con madera, cartón, cuerdas, telas o materiales aparentemente naturales y/o renovables, ni reciclar, ni introducir procesos artesanales al diseño industrial como muchos piensan y proclaman abiertamente. Nada más lejos. Ni tampoco tiene porque ser un resultado evidente u obvio como pretenden hacernos creer con aquello de que “el producto debe representar esta sostenibilidad incorporada” porque bajo este absurdo prisma lo único que se está consiguiendo son productos que parecen más bien fruto del arte que del diseño industrial.
Productos de los que aceptamos con naturalidad que respondan a la moda y que inunden revistas y publicaciones pero no está de más decir, o reiterar lo sobradamente sabido, que la moda es una idea alejada totalmente del buen diseño industrial que pretende por norma ser intemporal, invalidando más si cabe estos nuevos argumentos y procedimientos.
De forma coloquial podría decirse que la sostenibilidad es el resultado consecuente que incluyen los productos y que se transmite también a los medios y procesos que los han posibilitado. Y existe porque se ha tenido en cuenta durante la metodología de diseño industrial así como durante todas las fases del diseño. Esta cualidad se incorpora de una forma invisible porque normalmente está implícita en las características de los materiales seleccionados, en las estructuras de los objetos planteados, su efectividad e incluso su planteamiento de ciclo de vida. Así pues la sostenibilidad, a grandes rasgos, no es más que una actuación intencionada, llevada a cabo durante todo el proceso de diseño y en todo momento, para que nuestra solución tenga el mínimo impacto medioambiental y humano en todos los sentidos.
El mundo es imperfecto y el diseño industrial, al igual que cualquier acción en general del ser humano, no está libre de un impacto cero. Cualquier actuación del hombre sobre el medio influye siempre de una u otra manera en el entorno así que lo que debe buscarse es un equilibrio para lograr siempre el menor impacto posible de forma intencionada, poniendo todos los medios posibles a nuestro alcance pero no restando infundadas posibilidades al diseño industrial.
Reitero, porque es importante, que el diseño industrial siempre ha buscado objetos y productos más consecuentes, más efectivos y más durables que ya se acercan por naturaleza a este tipo de filosofías que no son, en absoluto, tan nuevas como quieren hacernos parecer.
Además, hablar a estas alturas de sostenibilidad en el seno del diseño industrial y ante una industria, una sociedad y unos mercados que por lo general están debidamente regulados (aunque falta obviamente mejorar) y sujetos a exigentes normativas y leyes de protección medioambiental es simplemente absurdo y estúpido.
Las industrias fabricantes, las empresas de procesos, el transporte y todo el circuito que se genera y existe alrededor de un producto está regulado por ley en este sentido. Así que cualquier diseñador que plantee soluciones al margen de estas normativas no tendrá cabida porque las empresas y/o clientes se enfrentarán a posibles denuncias por lo que no los contratarán.
Por todo ello creo que todo este tema de la sostenibilidad como una disciplina especialista dentro del diseño industrial lo único que nos está mostrando claramente es un cierto oportunismo. Una reinvención para lograr nuevos mercados y/o adquirir una nueva y notable diferenciación frente al resto.
Para concluir sería interesante recordar que la sostenibilidad, la ética y todos estos conceptos que hoy día están tan discutidos no los omiten en realidad unas presuntas mal articuladas disciplinas profesionales, sino que esta ausencia responde más bien a la actitud del profesional que desarrolla esas disciplinas.
Así que el hecho de que se lleven a cabo procesos no sostenibles depende exclusivamente (dando por hecho de que el diseño siempre ha sido respetuoso) del perfil del propio profesional, por lo que achacar los males al diseño industrial, como disciplina, es una falacia y es erróneo.
Sería bueno que más allá de definiciones y auto-proclamaciones sectoriales lo que deberíamos hacer, si lo que pretendemos es ser consecuentes con el medio ambiente y con las personas, es mantener una correcta actitud personal y profesional durante el desarrollo de nuestro trabajo. Y es que a la fin, como ya dije hace tiempo, la sostenibilidad no es más que el sentido común aplicado a nuestro trabajo diario.
Soy consciente de que este tipo de reflexiones pueden levantar algunas asperezas y por esto me gustaría dejar bien claro que no afirmo que la sostenibilidad no es importante, en absoluto, lo es y mucho.
Solo deseo evidenciar lo extraño que me resulta que muchos se empeñen, de forma intencionada, en separarla del diseño industrial como si fuera algo ajeno, algo nuevo o algo que se pudiera incorporar como una etiqueta tipo “ecodiseño” o “diseño sostenible”, por ejemplo.
Lo único que quiero expresar es que el diseño industrial, bajo mi punto de vista, siempre ha tenido esta consciencia ecológica incorporada en su raíz y siempre se ha tenido en cuenta.
Lo más peligroso y penoso de este tipo de cuestiones es que hemos llegado a un estado en que mientras más se repitan ciertas falacias más pronto se convertirán en verdades. Cosa que hará que esta reflexión sea la que acabe convertida en una mentira. Paradojas de nuestro tiempo..
Junio 2011