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El mercado actual presenta desde hace unos años una incipiente y descarada competencia asiática (entre otras) que no muestra muchos escrúpulos sobre los derechos de propiedad intelectual y que afecta muy negativamente a las empresas y también al diseño industrial.
Son países que trabajan bajo la ley del mínimo esfuerzo y que basan sus políticas industriales y comerciales en copiar y vender a bajo coste aquello que parece funcionar. Hablar de como consiguen esos costes no merece la pena porque todos sabemos sobradamente a costa de que se consiguen este tipo de barbaridades.
En parte son países responsables del hundimiento de muchas de nuestras empresas. Industrias que están poco protegidas por las leyes y por las administraciones y que presentan políticas de innovación poco arraigadas. Empresas que se han convertido por estas razones en pasto fácil de esta competencia tan devastadora que se ha venido sufriendo en la última década.
Reconoceremos además la travesía por el desierto que supone pedir responsabilidades legales a unas empresas que cambian descaradamente de denominación e incluso de ubicación ante la administración ciega de sus propios países a los que solo les interesa su crecimiento exponencial.
Empresas con satélites dispersos por todo el territorio y distribuidoras que forman en su conjunto una tela de araña difícil de desenmarañar. La verdad es que debemos aceptar que enzarzarse en este tipo de requerimientos legales frente a estas empresas es meramente una tarea imposible si no eres una multinacional. E incluso para estas gigantes estructuras supone muchas veces un serio problema y cuando no es así, en la mayoría de casos, se resienten siempre sus ventas y/o sus beneficios.
Por todo esto y por todo lo que pueda imaginarse al respecto de las artimañas de estas empresas para saltarse y/o sortear las leyes, la protección del diseño industrial está claro que pasa hoy día por otro tipo de estrategias que deben sumarse además a su propia protección legal. Asunto primario y vital.
Un gran empresario e industrial, del que he aprendido gran parte de lo que se, siempre me ha dicho que la mejor protección del diseño industrial es:
1.- Disponer de una política de innovación constante y rigurosa.
2.- Ofrecer un producto de gran calidad a un coste ajustado.
3.- Ofrecer siempre un buen servicio.
Sencillo y muy cierto. Simplemente creo que no es más que usar el sentido común que hemos ido perdiendo (o que no hemos tenido nunca). Ir dejando atrás la ceguera producida por una larga época de abundancia en la que además, por desgracia, poco hemos pensado en el futuro y en la que hemos estado tutelados por unas sociedades con grandes fallos estructurales a los que ahora debemos poner remedio con urgencia.
Estas tres premisas son en realidad las tres mejores armas de las que dispone una empresa para hacer frente al problema del abordaje de la propiedad intelectual y para la salvaguardia del diseño industrial.
Puede entenderse que con todo ello se busca siempre la confianza de nuestros clientes. Debemos ser conscientes de que muchos clientes pueden dejarnos con la excusa razonable (y comprensible) de encontrar lo mismo a un mejor precio pero también es probable que vuelvan nuevamente a nosotros principalmente por dos cuestiones: Una es no encontrar la confianza que nosotros procuramos y la segunda por reconocernos un servicio más rápido, eficaz y cercano. Y es que cuando los problemas se comparten con gente de confianza son menos problema, ¿verdad?. Precisamente por este efecto rebote es por el que no podemos bajar la guardía.
Seguramente estaremos todos de acuerdo en que lo primero de todo es siempre registrar legalmente los diseños industriales. Hacerlo internacional o localmente en función de nuestro mercado.
Dado que para muchas PYMES esto supone un gasto tan considerable que muchas veces impide que se lleve a cabo, sería bueno y necesario que desde la administración y/o desde el patronato pudiera amortiguarse de alguna manera esta inversión permitiendo esta pauta de forma obligada para todas las industrias. Sin excepción.
La protección legal del diseño industrial es realmente importante si consideramos que en realidad lo que estamos garantizando, aunque parezca sorprendente, no es otra cosa que nuestra propia fabricación. Esto es muy importante entenderlo. Con esta protección realmente lo primero que estamos logrando es evitar problemas propios de producción. No sería la primera vez que la ausencia de este registro legal permite a empresas, que plagian productos y los registran, ganar batallas legales e incluso provocar problemas a las empresas copiadas. Puede parecer inverosímil pero es cierto y lo he podido comprobar, por desgracia, con ejemplos cercanos.
En segundo lugar lo más importante es establecer de forma perpetua las estrategias anteriormente citadas. Es decir tener una política de I+D+I continua que nos permita tener la mirada en el futuro y disponer con ello siempre de nuevos retos. Fabricar productos de calidad al mejor precio y ofrecer el mejor servicio posible.
Son pilares normalmente ausentes en las empresas infractoras y las premisas con las que nos ganaremos siempre la confianza de nuestros clientes y del mercado.
Y es que todo ha cambiado mucho en la última década. Si hace unos años, por poner un ejemplo concreto, diseñar una silla y no vender 100.000 unidades/año era un fracaso. Hoy día la estrategia supone tener una visión totalmente distinta. El logro actual es realizar un diseño industrial que nos permita una fabricación muy controlada de los productos que además deben estar muy enfocados a un público específico. Ampliar nuestro catálogo para prever vender 12.000-20.000 unidades a lo sumo. Vender más es saber que nos plagiaran y que la curva de vida comercial del producto puede variar rápidamente afectándonos gravemente por una competencia desleal.
Desde el punto de vista de la "sanidad" empresarial-industrial y abogando siempre por una duradera permanencia en el mercado hoy día nadie niega que es mejor “triunfar” de forma muy controlada y vender también con mucha más diversificación. Ahora es mejor no hacer mucho ruido. Lograr el mismo umbral de ventas pero repartido en un mayor número de productos de tal forma que uno solo de ellos, de forma aislada, no suponga un reclamo importante para la competencia que vigila.
La masificación y el éxito son los gritos de atención que esperan estas empresas para fijarse que es lo que deben copiar.
La protección del diseño industrial, de la industria y por ende podemos decir que de la economía e incluso de la profesión del diseñador industrial, va mucho más allá del aspecto puramente legal. Es necesario disponer de estrategias sólidas y bien estructuradas que nos permitan seguir trabajando sabiendo y contemplando que nos copiarán y que nos pondrán palos en las ruedas constantemente.
Agosto 2011