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A veces da bastante “vértigo” saber que el diseño industrial está presente en la mayoría del paisaje artificial que nos rodea. Vértigo en el sentido que es increíble la diversidad de sectores y/o productos en los que el diseñador industrial puede aportar sus ideas, sea de forma autónoma o bien de forma compartida integrado en equipos de trabajo, y la responsabilidad real que esta labor conlleva. Y es que en mayor o menor medida a todos nos influyen estos contextos.
El caso es que si aceptamos que el diseño industrial, aun integrado en un conjunto estratégico mucho más general, es en parte responsable (siempre junto con las industrias) de la mayoría de los sectores de mercado tales como bienes de consumo, mobiliario, electrodomésticos, automoción, maquinaria, envases y un larguísimo etcétera, creo que también debe meditarse, a nivel de disciplina, sobre la efectividad (en todos los sentidos) de sus soluciones cuando estos mercados empiezan a estar en peligro o ya no responden como debieran.
Ahora, en una época en la que los mercados se han desmoronado, el consumo se ha contraído y la industria está pasando por un duro momento, creo que es hora de que el diseño industrial aporte realmente las soluciones más innovadoras. El mercado y la industria las espera. Y cuando me refiero a innovadoras pienso en propuestas, no solo más novedosas desde un punto de vista funcional y/o estructural, sino sobre todo en soluciones que permitan una mejor dinamización de la industria y que resulten además en productos más competitivos. Un cambio de estrategia en el que todos nos exijamos más resultados y más excelencia a todos los niveles. Son esfuerzos compartidos en beneficio de todos.
Como ya he repetido en otras ocasiones estoy estrechamente ligado al mundo de las PYMES y no encuentro en el seno de este sector políticas claras de innovación que no supongan, a la fin, un gasto y una enorme dilatación temporal para llevar a cabos ciertos proyectos. Es obvio que seguimos chocando con una excesiva burocratización de los recursos y los medios públicos dispuestos para la mejora de la industria y para las empresas en general.
Lamentablemente hoy día a las empresas ya no les sobra ni el tiempo ni el dinero, por lo que debemos establecer una salida mucho más dinámica, rápida y eficaz.
Algunos, más de los que podrían suponer simples agoreros, auguran que la destrucción del tejido industrial sufrido en las diversas sacudidas de la crisis no ha sido suficiente y que esta situación seguirá así durante aproximadamente otros 6 años más, que sumados a los que llevamos supondrían soportar una década de crisis.
Si atendemos a esta terrorífica previsión está claro que podemos preguntarnos con preocupación:
- ¿Y tras otros seis años así, quien resistirá realmente?.
La respuesta para la mayoría de implicados en el sector de las PYMES está muy clara; Nadie.
Se han reducido infraestructuras, recursos e ilusiones y en breve, cuando estas pocas reservas se agoten, no podrán mantener su empresa la mayoría de empresarios de nuestro país.
Durante los últimos meses se han venido organizando eventos y muy diversas conferencias sobre el diseño industrial, el futuro de la industria y su adaptación a una nueva época. Sinceramente creo que debemos de empezar a dejar atrás estas charlas de cava y canapé, que alejadas de la realidad acaban convertidas en reuniones donde se pretenden clases magistrales por parte de unos oradores totalmente desvinculados de la grasa del taller. Conferenciantes que suelen hablar de entelequias pero en muy pocas ocasiones sobre soluciones reales y directas.
Al igual que un enfermo da un primer paso para su propia recuperación cuando reconoce su dolencia, la industria, el diseño industrial, los mercados y las sociedades en general deben aceptar el cambio y abandonar una época pasada de forma definitiva. Desterrar el diálogo sobre nebulosas para profundizar en un debate mucho más humilde y pragmático. Un planteamiento de "tu a tu" con las empresas que no disponen de elementos para abordar este nuevo cambio de era.
La industria no necesita conocer la realidad de los fríos números estadísticos o las generalidades sectoriales porque a cada empresa y a cada industria debemos considerarla como única e incomparable y como tal precisa seguramente de un asesoramiento particular y específico.
A una empresa, que por ejemplo fabrica camillas de hospital, que hoy está perdiendo cota de mercado porque pierde competitividad respecto a empresas alemanas, no podemos darle números ni formulaciones genéricas. Lo que precisa y lo que demanda a gritos son soluciones para mejorar, optimizar e innovar en sus productos. Unos productos concretos en los que lograr, con igual o menor coste, muchas más prestaciones y más calidad que la de sus análogos para que puedan ser más competitivos en el mercado. Todo ello en el contexto de sus propias infraestructuras y recursos. Esa empresa y otras en su misma situación son el ejemplo de que la industria de hoy día necesita un agente eficaz y rápido que le ofrezca soluciones coherentes, creíbles y lo más importante; que puedan ponerse en práctica con poco dinero en muy poco tiempo para que puedan ser realmente medidas de choque.
No podemos negar que la situación ha cambiado y es lógico pensar que muchos de los esquemas, que hasta hace poco funcionaban en un ciclo de bonanza, hoy no puedan ponerse en práctica.
Debemos empezar por aceptar que iniciamos un nuevo periodo industrial que precisa la creación de plataformas y dinámicas que nos permitan abordar los problemas de forma más focalizada y particular. Planteamientos que deben surgir al margen de razonamientos pasados.
Estoy convencido que el diseño industrial, que ha sido tan efectivo para el mercado y la industria históricamente será capaz de volver a coger, aunque sea de forma discreta como siempre ha hecho, el papel que le corresponde social y económicamente. Estoy seguro que el diseño tendrá un papel fundamental en una nueva era que hoy se abre ante nuestros ojos.
Octubre 2011