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Incorporar el diseño industrial en el sector de las energías renovables -sin duda un excelente e incuestionable sector de futuro para la industria, la tecnología y el mercado- no solo nos permite conceptualizar los artefactos como productos y acercarlos al ciudadano (con elevado valor añadido y beneficio para los usuarios, el contexto y los mercados) sino que es la única herramienta que nos permitirá competir, con mayores ventajas, ante la dura competencia asiática que se ha venido observando en las ferias sectoriales desde hace ya algunos años.
La gran mayoría somos conscientes de que no solo sirve tener el mejor producto sino que éste ha de prever ser lo más competitivo posible. Más cuando el producto se incorporará a las duras dinámicas de unos mercados que vienen marcados por una agresiva competencia.
Conocemos sobradamente el sistema:
- "Todo aquello que funciona y permite una gran cota de mercado estará expuesto a la más cruda competencia, principalmente provenida de aquellos países “industrialmente más emergentes”, que con un coste de mano de obra muy bajo, un enorme volumen de recursos y una nula moralidad industrial y fiscal intentarán imponerse en los mercados generales (terreno de juego de los productos, ya sean éstos de calidad o no) a golpe de coste."
En el terreno de los artefactos más “limpios” y comunes capaces de generar y/o transformar la energía a partir de la captación del sol tenemos principalmente dos grandes sistemas.
Sin la intención de profundizar en los mismos si podemos decir que tenemos por un lado los paneles fotovoltaicos destinados a generar electricidad y por el otro los sistemas térmicos que tienen principalmente la finalidad de calentar el agua de uso sanitario.
Me atrevería a decir que en la actualidad ambas tipologías presentan serios problemas que impiden su total expansión y su natural desarrollo. Problemas que nada tienen que ver en realidad con sus capacidades técnicas-tecnológicas, su eficiencia o la innovación aportada. Arrastran sencillamente, y por desgracia, una problemática coyuntural que además difiere entre ambos productos.
Son diversos factores, ajenos estrictamente a los procesos de I+D+I, los que lastran e impiden el avance del sector en su conjunto.
El sector fotovoltaico presenta sus barreras básicamente en las cambiantes leyes al respecto de la concesión, explotación, inversión y amortización de las instalaciones. Decisiones cambiantes que ahuyentan constantemente las inversiones y por ende su capacidad de desarrollo.
Por si fuera poco, las grandes compañías eléctricas disponen aun del suficiente poder como para presionar e influir en la toma de decisiones, buscando con ello la regulación que más les conviene.
En el otro extremo tenemos los captadores solares térmicos, artefactos donde la incidencia del diseño industrial aun puede ser mucha. Diría que muchísima.
Es un sector en el que poseo personalmente más experiencia directa y del que cabe decir, en el caso concreto de España, que su gran “mal” reside en que su mercado natural está en gran medida supeditado a la construcción. Y aunque desde hace unos años es ya de obligada incorporación en las nuevas edificaciones (regulado en el código técnico de edificación) es cierto que el sector está, por la explosión de la burbuja inmobiliaria y la crisis, parado.
No obstante es un producto y/o una tipología que podemos entender mucho más relacionada de forma directa con los usuarios y los ciudadanos debido a que su principal función es la de abastecer de agua sanitaria caliente a los hogares y su ubicación se encuentra normalmente en los tejados de las viviendas. Todas estas particularidades permiten que el artefacto pueda ser concebido -entiéndase esto dentro de contexto- como un “electrodoméstico” y por ello el diseño industrial puede tratarlo puramente como un producto.
Ante la problemática que frena el desarrollo de los paneles fotovoltaicos, es obvio que la solución pasa por mejorar las leyes con el fin de fomentar una mayor confianza para agilizar el mercado y las inversiones. En este sentido poco pueden hacer las industrias y los ciudadanos, más allá de cierta presión social, porque las soluciones dependen directamente del poder político y de los grandes monopolios energéticos encubiertos y sus propios intereses.
En cambio ante los problemas que acechan al desarrollo de los captadores solares térmicos si que podríamos aprovechar ciertas alternativas existentes para variar la estrategia y el enfoque del sector. Podemos seguir generando mercado teniendo en cuenta la obligada labor de mantenimiento y de adecuación de las edificaciones existentes (muchas de ellas, por no decir la mayoría, carentes de este tipo de productos) que pueden motivar y generar, de entrada y hasta el arranque nuevamente del sector de la construcción, un buen volumen de demanda.
Socialmente estamos muy concienciados con el consumo consecuente, la sostenibilidad y la ecología y ahora tenemos una excelente oportunidad de avanzar en este sentido demandando este tipo de actualizaciones urbanas. Somos, en este caso los ciudadanos, los que deberíamos imponernos el utilizar este tipo de recursos sostenibles, favoreciendo con ello el mercado interno y la industria.
No debemos permitir la parada de las industrias del sector. No podemos caer en la trampa de las leyes, la especulación y la crisis. Debemos pensar que este frenazo coyuntural no debe parar también la innovación al respecto. Perder inercia, aludiendo que el sector “prescriptor” (la construcción) está estacando, nos hará perder un terreno que quizás ya no recuperaremos por lo que no deberíamos minimizar la investigación y los esfuerzos en este sentido. Se ha avanzado mucho en nuestro país en lo que se refiere al desarrollo y la investigación de este tipo energías renovables. Tenemos grandes y muy buenas empresas de reconocido prestigio mundial que no pueden perder su posición por la falta de iniciativas.
Al respecto de la aportación real que el diseño industrial puede ofrecer al sector de las renovables, por lo menos en los sistemas térmicos sobre los que poseo más experiencia por haber participado de forma activa, juntamente con otras empresas y técnicos, en el diseño y desarrollo de nuevas y mejoradas versiones de captadores solares térmicos, podemos decir que los avances en el sector han sido notables. Se han dado pasos de gigante. Es cierto que la mejora de eficiencia tiene una línea más lenta de progreso pues depende, lógicamente, de aspectos mucho más tecnológicos pero no puede negarse que en muy poco tiempo si que se ha logrado dinamizar y mejorar los mercados con la incursión de productos muy competitivos.
El hecho de incorporar el diseño industrial como disciplina dentro del grupo de investigación y desarrollo ha permitido plantear soluciones que han podido ser enfocadas para plantear los artefactos como productos; objetos sujetos a un coste de mercado, con las máximas prestaciones funcionales y con una estética adecuada al contexto de colocación y uso.
Esta nueva línea de solución lógicamente pasa por el análisis de los procesos anteriormente utilizados, por establecer siempre la máxima optimización y por el estudio del producto vs a sus usuarios y vs la sociedad en su conjunto. Es decir se contempla el objeto en base a su impacto funcional, contextual, de mercado y social.
Ahora, con la perspectiva que permite el tiempo, nos podría parecer inverosímil o arcaíco como se fabricaban estos artefactos no hace muchos años. Se producían mediante procesos muy costosos y “muy manuales” que no solo restaban competitividad económica al producto sino que además podían provocar ciertos fallos que incidían en el propio rendimiento y la eficiencia del sistema.
Actualmente todo esto, como he dicho, ha cambiado mucho. Hoy día un captador solar térmico es considerado como un PRODUCTO y por ello está sujeto siempre a una serie de condicionantes previos al desarrollo. Pautas que hoy se establecen con el mismo rigor y nivel de prioridad que su propia función principal de uso y eficiencia. Esta si ha sido una gran diferencia metodológica que ha marcado los nuevos desarrollos y el futuro. No solo deben ser aparatos efecientes sino que deben incorporarse a un mercado y a sus leyes.
Hoy, gracias en parte al diseño industrial, podemos ver captadores solares térmicos mucho más compactos, más bellos y que se integran mejor en la arquitectura. Podemos incluso disponer de soportes que se montan de forma fácil sin apenas herramientas y productos afines basados únicamente en la innovación como pueden ser, por ejemplo, los disipadores estáticos de calor planteados a partir de una única pieza de aluminio y que posibilitan además un montaje sin herramientas.
En definitiva hoy podemos disponer de productos fabricados con materiales de primera calidad pero con un coste ajustado al mercado y a los susuarios porque precisamente el diseño industrial, integrado en el proceso de desarrollo e investigación, no puede escapar a las necesidades del mercado.
Para finalizar cabe decir que la incursión del diseño industrial, tratado como tal, en el ámbito de productos para la generación de energías renovables, que normalmente ha sido un sector estrictamente técnico que ha buscado exclusivamente la eficiencia, se produjo (por lo menos en mi caso y puedo decir que en España fue algo pionero) de forma un tanto casual. Sin embargo hoy día ciertas empresas no podrían contemplar el desarrollo de estos productos sin tener en cuenta esta disciplina.
Por esta razón me gustaría que la reflexión que pueda derivarse de este escrito circulara en torno a pensar que es muchas veces el propio diseño industrial el que debe, y debería, abrirse camino entre ciertos sectores que están, extrañamente, huérfanos de la disciplina y expuestos a una perdida de competitividad futura.
Molinos de viento de uso doméstico, captadores solares térmicos más integrados en la arquitectura, más pequeños y más eficientes o placas fotovoltaicas camufladas en el paisaje y/o utilizando nuevos soportes de implantación son algunos de los retos de futuro que pueden, y deben, compartirse con el diseño industrial. Una disciplina que puede decir mucho al respecto para mejorar el sector de las energías renovables.
Dicembre 2011