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Siempre he creído que el diseño industrial necesita de discursos teóricos para establecer su propia validez. Es decir, que precisa de una formulación fundamentada que unifique criterios, marque las finalidades y nos sirva para hacer fuerte y sólida la disciplina.
Por esta razón me alegró leer en I+Diseño (lamentablemente es ya una publicación desaparecida) un artículo al respecto realmente motivante que os invito a leer. De paso ya tendréis la referencia de esta publicación, de la que cabe decir, es de muy elevado nivel.
El artículo en cuestión afirmaba, creo que muy acertadamente, que hasta que no existe una exposición y/o discurso crítico y teórico de una profesión –normalmente además divulgada y apoyada por una revista reconocida y especializada en la materia- no existe tal profesión y/o disciplina.
Dicho artículo, que aprovecha además para repasar muy por encima la historia del diseño, también evidencia de forma notable la falta de rigor que ha venido existiendo para la creación de los actuales planes de estudio del Diseño Industrial, sobre los que siempre he sido también muy crítico.
No podemos negar que el entorno académico, principal “regulador” de cualquier disciplina, debe ser el primer estadio para establecer las más correctas bases teóricas e ideológicas y es por ello que creo que este es un buen punto de partida. Quizás podemos empezar por aquí y plantear desde el seno académico una reestructuración del diseño industrial.
Si analizamos la historia del diseño industrial, de forma muy particular durante las últimas décadas, podremos ver como hemos ido pasando por diferentes “corrientes” de las que debemos presuponer -sería lo lógico para justificar los resultados- un pensamiento de diseño más o menos profundo y/o acertado.
Encontramos desde las posiciones más frívolas y figurativas de los ’80 –ampliamente cuestionadas- hasta las más técnicas o tecnológicas de los ’90. El 2000 despertaba con la motivación de que la eficiencia y la efectividad iban a primar por encima de todo pero desde hace unos años, ya asentados en este nuevo siglo, el diseño industrial se ha estado moviendo por terrenos inciertos. Existen múltiples debates abiertos sobre la función del diseño vs los tiempos que nos acontecen y el papel que ha de adoptar en el nuevo futuro social, industrial y económico.
La sostenibilidad y el respeto medioambiental suponen también nuevos y sólidos enfoques que deben considerarse de forma evidente y que algunos planteamientos de diseño aun no incorporan con el debido rigor.
Podemos decir que en la actualidad coexisten muy diversas posiciones sobre el diseño industrial –la mayoría de ellas- tan válidas como altamente interesantes. No obstante esta diversidad de pensamiento también provoca cierto desconcierto y descrédito. Sería bueno iniciar un debate abierto para poner sobre la mesa las posiciones de cara a una estrategia común que defina, en conjunto, el nuevo papel del diseño industrial.
Es lógico pensar que si no logramos poner en orden todos estos frentes abiertos, lamentablemente, no llegaremos a tiempo para aplicar las soluciones –urgentes- que demanda el tejido industrial occidental y éste estará agonizando mientras el diseño industrial se pierde en su propia búsqueda.
Hoy el mercado está públicamente cuestionado y una crisis durísima demanda la activación de una industria que el actual diseño industrial, básicamente el “diseño de escaparate” de los últimos años, no es capaz de incentivar y/o dinamizar. Urgen las soluciones. Es importante realizar una reestructuración en profundidad de la disciplina.
Debemos cerrar etapas. Aceptar el derrumbe de las estructuras que han sujetado durante los últimos años un diseño industrial con muy poca profundidad y sometido totalmente a un mercado hambriento y voraz. Un diseño industrial realmente criticable y criticado desde las posturas más rigurosas de la disciplina que parecen haber sido apartadas a un lado.
Creo que no debemos temer un debate abierto. Una “reestructuración” significa no tocar lo que es válido. Más bien es plantear una actuación alejada de una ruptura radical. Realizar los análisis oportunos y necesarios para establecer con claridad que pilares sanos se salvan para aceptar y licuar los errores cometidos, una restructuración que ha de dibujar las alternativas para el futuro.
Debemos lograr que emerja un reestructurado diseño industrial que, basado en una raíz “sana”, se ajuste a las nuevas demandas sociales, industriales y económicas. Un diseño que permita el desarrollo y la supervivencia de un nuevo mercado mucho más equitativo y justo. Un diseño industrial más respetuoso, de forma evidente, con el ser humano y con el medioambiente.
En definitiva un diseño industrial con más ideología o por lo menos mucho más clara en el sentido que los problemas actuales demandan.
Creo que a todos los que nos dedicamos al diseño industrial nos toca ahora pensar, no únicamente en dar solución a un producto o en nuestro trabajo diario sino que debemos también pensar en todos estos temas. Es nuestra obligación. Hoy, más que nunca, toca reflexionar y esforzarse para lograr una solución que garantice, no solo ya la supervivencia del tejido empresarial e industrial sino que también nos permita la incorporación de un valor ideológico necesario para la reflexión de la disciplina y para establecer sus resultados.
Abril de 2012