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Diálogo entre diseñadores

Últimamente frecuento el blog, o casi mejor dicho el espacio de debate, de Oyer Corazón Diseño Sensato, que aprovecho para recomendar desde aquí y desde ahora, al igual que su espacio de Radio.

En este espacio virtual abierto al diálogo han surgido, a partir de muy buenos puntos de partida aportados por Oyer, interesantes debates sobre diseño que son perfectamente aplicables de forma general a las disciplinas “estrella” como lo son el diseño industrial y el diseño gráfico. Y es que aunque algunos de los que allí confluimos venimos de disciplinas muy diversas y diferentes, creo que realmente la profundidad y las problemáticas son muy similares entre las especialidades.

Algunas de las respuestas u opiniones que allí he aportado han acabado convertidas más bien, quizás por deformación, en algún tipo de reflexión. Y cómo aquí dispongo de un espacio personal dedicado a ello, he creído conveniente ir recopilando todo este material.
Así que todas aquellas reflexiones que nazcan de estos debates en vivo y que considere que tienen que ver sustancialmente con el diseño industrial o puedan tener algún tipo de interés, las iré reflejando aquí. Si lo encontráis interesante siempre podéis ir al espacio de Oyer y ampliar vuestro punto de vista con el resto de opiniones.

Al respecto de los miedos de los alumnos o recién licenciados

Oyer Corazón aludía en una respuesta de su propio post ¿Semos profesionales? a los miedos que describían los estudiantes de diseño o los recién incorporados al mundo profesional. ¿Son normales estos miedos?, ¿Reflejan algún tipo de baremo profesional?.

Para consuelo de muchos de los estudiantes puedo decir que yo hoy día, tras más de 12 años como profesional del diseño industrial, aun los siento. E imagino que todos los sentimos, o esa debería ser la tónica general, por lo que ese “temor” representa en realidad.
Podríamos decir que esa situación es como aquella sensación que siempre describen los actores al respecto del estreno de las obras de teatro aunque lleven años representando. Siempre se tienen nervios como el primer día. Eso en realidad es un sistema de alerta y nos está advirtiendo del nivel de exigencia que demandamos a nuestro propio trabajo.

Al principio pensaba que era el temor habitual de un inexperto diseñador industrial con cierta necesidad de experiencia e incluso miedo al fracaso o al hecho de tener que enfrentarse a las opiniones de los clientes (cómo pueden creer los estudiantes). Pero ahora le he podido poner el nombre concreto que tiene, no es más que RESPONSABILIDAD.
Y ante una nueva presentación, como he dicho, aun siento los mismos nervios que el primer día, exactamente los mismos. Es un nerviosismo que nace de la responsabilidad y en el hecho de pensar en si todo estará a la altura y plenamente controlado. Si se ha trabajado lo suficiente y está en realidad todo tan cerrado como uno cree.
Así que por desgracia, los que hoy son aun alumnos, creo que no dejarán de sentirse así jamás pero por lo menos ahora sabrán que eso significa que están en el buen camino.

Está claro que muchas, o la mayoría, de estas sensaciones dependen entonces del trabajo y del nivel de proyecto logrado. Pero, ¿Cuándo un diseñador tiene certeza de que un proyecto está bien solucionado?.

Sobre la certeza en saber si un proyecto, en este caso de diseño industrial, tiene plenas garantías puedo decir que ese momento no se produce hasta que el rigor no impera en tu trabajo, al margen de la experiencia que se tenga. En realidad depende únicamente de la actitud de uno mismo con su trabajo. Es un esfuerzo diario y constante que deberá marcar para siempre nuestra profesionalidad.
Así que cuando el diseñador industrial trabaja con rigor y se ha ajustado el proyecto plenamente al brief del cliente y éste responde a la mayoría de esas necesidades (la totalidad de solución es, en la mayoría de los casos, imposible) uno sabe que el proyecto está cerrado con éxito, que está ok.

El hecho de que un proyecto esté ok es un dato objetivo que podemos medir lógicamente en referencia al cumplimiento de los condicionantes del briefing (pero si además el resultado va un paso más allá y es innovador, indudablemente que es mucho mejor) así que un diseñador industrial en realidad tampoco podría, o no debería, sentir miedo por las opiniones futuras que se puedan verter respecto al proyecto presentado porqué en realidad se ha cumplido, de forma mínima o dando un paso más allá, lo exigido.

Abordar algunos miedos es fácil si entendemos desde donde están motivados. Quizás todo es mucho más fácil, como suelo decir, y tan solo debemos saber, entender y aceptar que podremos enfrentarnos a opiniones subjetivas de ciertos clientes (es el gran miedo que reconocen los estudiantes), tales como; “me gusta” o “no me gusta”. Así que para vencer ese pánico escénico debemos ser conscientes que esa subjetividad es un elemento muy pobre y que frente a ella nosotros podemos y debemos justificar siempre el proyecto con los valores objetivos de los que disponemos, eso es todo.

Está claro que a un diseñador le ayuda mucho tener clientes inteligentes que sepan dejar al margen las opiniones subjetivas, que son las que podrían hacer más daño cuando no se tiene experiencia, y se que muchos dirán:

– Pero que difícil es eso!!. ¿Dónde están esos clientes?

A lo largo de los años he aprendido, sobre los clientes, que en cierta forma es el diseñador industrial, es decir nosotros los que debemos “adoctrinar” al cliente y llevarlo a adquirir una “inteligencia de diseño” a partir de la información, la comunicación y buen hacer. Debe entender él mismo también que es el diseño industrial y que puede aportarle y cómo.
Muchas veces, tal y cómo decía un profesor mío; “Nuestro trabajo se basará primero en explicar cuales son los objetivos del diseño industrial en general y de nuestro trabajo en particular”.
Dejar también siempre claro a los clientes que el gusto y las impresiones subjetivas no son nunca una razón de peso para descartar y/o criticar un resultado. El diseño industrial es algo mucho más serio y hay inversiones, esfuerzos y tiempo en juego que precisan de una evaluación más rigurosa.

Para acabar y a modo de anécdota (a lo largo de tantos años la verdad es que me darían para escribir un libro) diré que mi primer proyecto de diseño industrial fue para un importante director de Marketing de una importantísima multinacional. La verdad es que no pude empezar mejor mi carrera y me estrené en una plaza de primera.
Bien, pues tras la presentación del proyecto me dijo dos cosas que se me han grabado a fuego y que a muchos pueden servirles. Una es:

- Si te hacen una pregunta al respecto de un asunto que flojea de tu proyecto se debe siempre decir la verdad, aunque ésta verdad muestre que se ha pensado menos en algo o que se ha trabajado dejando algún fleco. Por ejemplo podremos decir que no hemos profundizado mucho o que reconocemos que es un aspecto en el que hay que trabajar un poco más. Porque si mentimos o intentamos convencer con esa carencia evidente del proyecto nos harán trizas “atacando” por ahí. La gente tiene un deseo constante de tirar las cosas por el suelo.

Y la segunda cosa que me dijo, de forma literal, y que muestra lo que comentaba antes sobre los clientes inteligentes es:

- La verdad es que el resultado del proyecto no me gusta nada. ¡¡Pero nada!!. Me dio su opinión subjetiva primero para decirme después:
- Pero es justo lo que necesitamos. ¡¡Enhorabuena por el proyecto!!.

Que inteligencia, ¿verdad?. Era capaz de separar sus gustos personales y por lo tanto subjetivos, del análisis que como profesional del marketing debe hacer basándose en aspectos objetivos mirando así por los éxitos de la empresa.

De él aprendí mucho, muchísimo, la verdad es que me dijo muchas cosas útiles que siempre tengo en cuenta y ahora cuando me encuentro ante un cliente que dice “no me gusta” (que es el gran miedo al que se enfrentan los alumnos) le justifico nuevamente el proyecto de diseño industrial en base al briefing y las soluciones aportadas y después le digo:

- “Si, la verdad es que le entiendo perfectamente. El proyecto puede no gustarle, a otros en cambio le aseguro que les gustará mucho. Así que esa no es realmente una cuestión que sirva para tomar una decisión. Lo importante es que es lo que necesita su empresa.”

Octubre de 2010