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La innovación es siempre una actitud

Suele decirse que solo con la ilusión y con las ganas se puede lograr cualquier cosa. Y aunque esto debe matizarse mucho, reconoceremos que a la afirmación no le falta verdad.

Todo proceso de innovación depende principalmente de dos grandes factores. Uno está formado por elementos tangibles y el otro por intangibles pero no por ello es menos importante.

Por un lado tenemos el grupo de los elementos físicos, materiales y/o estructurales como podrían ser por ejemplo, las inversiones, los profesionales intervinientes, las infraestructuras y los medios.
Y por el otro lado tenemos el conjunto formado por los elementos “emocionales” que encontramos integrados en la filosofía de las empresas y en sus intenciones. Este conjunto podría decirse que es la actitud. El alma que impregna a los profesionales de esas empresas y a sus propios productos.

Pese a lo que podría llegar a pensarse es el grupo de los intangibles, es decir la actitud, la que incide de forma más notable y positiva en los procesos de innovación porque de ésta depende directamente la eficacia de la metodología utilizada, la organización y la planificación misma de los procesos de I+D.

Por ello si consideramos la gestión de tiempos, los recursos materiales derivados y la propia actitud de la empresa en los procesos de innovación y estudiamos cómo todas éstas cuestiones afectan y varían en función del resultado logrado podremos establecer que éste depende mucho más del propio posicionamiento “emocional” de la empresa que de su tamaño, los tiempos y los recursos destinados. Lo que sería de esperar.
Podemos decir que la innovación depende de forma mucho más determinante de cuestiones etéreas y puramente humanas como lo pueden ser la motivación y la ilusión. Componentes emocionales que se incorporan a las consciencias abstractas de las empresas, es decir, a su manera de entender y de hacer las cosas, a su filosofía, marcando con ello totalmente el nivel de creatividad.

Quizás por esta razón todos los que trabajamos en el ámbito de la innovación, en mi caso particular desde el diseño industrial, somos conscientes de que muchas veces no solo basta con los citados recursos, medios y esfuerzos puestos a nuestro alcance para obtener los frutos deseados.
Para lograr los objetivos deberemos normalmente ser capaces de nivelar todos los elementos de la ecuación y cómo no necesariamente se establecen los mejores resultados de innovación utilizando la ecuación más lógica -como podría ser, por ejemplo el entorno de una gran empresa que deriva grandes esfuerzos y recursos a desarrollo- debemos sumar siempre una actitud muy concreta. Una actitud que fomente la innovación.

Básica es también la actitud en el diseño industrial y en la mayoría de aspectos de la vida. Así que no es de extrañar que sea fundamental en los procesos de innovación.

Dicembre 2011