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La ausencia de una definición de Diseño Industrial


La primera pregunta que me viene a la cabeza es saber si a todos vosotros, imagino que gran parte diseñadores industriales y/o estudiantes de diseño industrial, os han dicho alguna vez, a lo largo de vuestros estudios, qué es el diseño industrial. No el epígrafe que aparece en la descripción de la carrera. Me refiero de una forma desarrollada, explícita y detallada. Una explicación intelectual convincente que satisfaga realmente vuestra curiosidad como diseñadores. Una definición precisa, ajustada a la actualidad y a la realidad social, cultural, económica y de mercado en la que podáis enmarcar vuestro trabajo como profesionales y conocer realmente las responsabilidades que conlleva.

No se realmente la respuesta pero puedo imaginarla. Cuando hablo con otros colegas sobre diseño, muchos aun estudiantes, pienso que si alguna vez lo hicieron –explicaros qué es el diseño industrial- se os ha tenido que olvidar muy rápido porque siempre es un motivo que nos permite mantener una discusión durante horas y horas sin llegar, normalmente, a un acuerdo pleno.

Para una mayor reafirmación, si cabe, pensemos en el sentido que tendría un Congreso de Diseño para hablar de ésta cuestión concreta si estuviera solucionada.
Que éste además se haya organizado bajo el lema: “Esto es el Diseño Industrial” y que hayáis venido –algunos- lógicamente a intentar averiguarlo, también nos da algunas pistas de donde nos encontramos a este nivel.
Se subraya de esta forma el hecho de que una gran mayoría de vosotros imagino que tenéis esta carencia definitoria o no estáis del todo convencidos o satisfechos con la que os han transmitido y conocéis.

De no ser así –y desde la perplejidad- me resultaría incomprensible entender porqué existen tantos planes académicos diferentes, con finalidades formativas también muy diferentes, aunque todas ellas coincidan sorprendentemente en la denominación.

Creo que debemos empezar a ser honestos. Aceptemos esta omisión y utilicémosla para empezar a poner una solución.

Pidamos, de entrada, mucho más rigor a nuestros formadores porque son ellos los que en una primera instancia, en la evidente disparidad de los planes académicos que han configurado durante los últimos años, confirman todas estas sombras.

Creo que sólo aceptando el vacío teórico con el que estamos, promoción tras promoción, incorporando profesionales a la calle, podemos entender el enorme descontrol que existe sobre nuestra disciplina y el hecho de que la sociedad y la industria no consideren al diseño industrial como un factor clave en los aspectos económicos, sociales y culturales, tan necesarios y obligados para el progreso.

Si a los nuevos estudiantes o a los más jóvenes diseñadores les resulta complejo definir su futura profesión con la claridad necesaria para que no alberguen dudas, imaginemos que visión de nosotros tienen actualmente los agentes implicados en el diseño, como por ejemplo las empresas e industrias o los propios usuarios. Más aun si tenemos en cuenta los diferentes resultados de diseño que intentamos introducir al mercado constantemente.

No podemos negar la enorme desinformación que existe, se transmite y se genera desde nuestro propio sector hacía afuera.
Ubicados así en la paradójica realidad de que muchos de vosotros estáis estudiando una disciplina que nadie se ha preocupado profundamente de definiros, es lógico pensar que:

“El Diseño Industrial no tiene porque ser aquello que muchos creéis qué es”

Pero, ¿por qué existe, sobre todo en los nuevos planes académicos superiores, anteriores incluso a los más recientes como son los grados, esta ausencia esencial de una definición del diseño ajustada a la realidad? Un mal que posteriormente arrastran, como no puede ser de otra forma, los futuros diseñadores. Y que pagan las empresas, la sociedad y la economía.

Intentemos averiguarlo.

Sin profundizar en el detalle de los años que hace que en Europa se estudia diseño industrial propiamente dicho y dejando de lado escuelas como “La Bauhaus 1919-1933” o la “Escuela de ULM 1953-1968”, que todos seguramente conocemos, en España hace 20, 30, 40 años y más, el diseño solo se impartía básicamente desde las Escuelas de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos.

Eran las únicas, por lo menos que yo sepa, que ofrecían una titulación oficial en Diseño. Teniendo además el diseño industrial de forma específica, dentro del conjunto de las diferentes especialidades, ya cierta particularidad.
Cabe decir, para hacer honor a la verdad, que co-existían muy diversos centros con, también, muy diversos puntos de vista sobre la finalidad del diseño y por extensión su aprendizaje. Esto es así porque no todos seguían la misma doctrina ni estaban oficializados en sus titulaciones. Cada uno se había configurado los planes a su manera.
Pero no es menos cierto que entre todas ellas, es en la titulación oficial de Diseño Industrial de ese periodo en la que encontramos un planteamiento más “ortodoxo” y mucho más próximo a ese sentir Europeo tradicional del diseño. Por lo que en este sentido podemos pensar que se vivió un período de una cierta coherencia y estabilidad. Algo que lamentablemente hemos ido perdiendo por el camino que hemos ido recorriendo hacía la configuración de los estudios superiores de Diseño.

Cómo vemos, hasta ese punto histórico debemos decir que, seguramente por la influencia cercana de esas importantes Escuelas de Diseño, el diseño industrial goza de una definición propia. Existe establecido de una determinada manera y así se imparte. O por lo menos y/o en su defecto, encontramos un vivo debate abierto y teórico para lograr esa definición.
Una evidencia que podemos claramente constatar a través del enorme esfuerzo que en este sentido realizan, a lo largo de los años, teóricos como el Diseñador Tomás Maldonado o entidades como el ICSID, entre otros.

Pero sigamos recorriendo el camino hacía los planes académicos actuales. Ya llegaremos más adelante a la definición.

Cómo he dicho, en España hasta bien mediados de la década de los ’90, el Diseño se circunscribía mayoritariamente en el marco de las “Escuelas diseño”.

Con los años, tomando cada vez más consciencia global, incorporados de pleno a la Unión Europea y obligados, o ante el deseo, de lograr una unificación más adecuada con los estudios que se impartían en Europa, algunas “Escuelas de Diseño” lograron convenios para que reconocidas Universidades avalaran y certificaran titulaciones propias, que no oficiales, del diseño a un nivel superior.

Este nuevo marco académico superior del diseño que empezaba a cuajarse también intentaba reflejar el sentir y los constantes anhelos que, desde el ámbito docente y estudiantil del diseño de entonces, se exigía en aquellos años.

En este preámbulo universitario del diseño, en parte, se seguían manteniendo bastante los programas académicos antiguos –referenciados en ese diseño industrial autónomo e independiente- por lo que poco puede objetarse si los entendemos como válidos.
Y así se mantienen vigentes hasta la “sustitución” de esos antiguos planes de estudio a principios de la década del 2000. A partir de esa fecha se reestructuran por completo los planes, forzados por una las nuevas leyes educativas que muchos ya conocéis.

Comienzan a impartirse, mediante esos redefinidos planes, nuevos estudios de Diseño Industrial en los que ya empezamos a contemplar variaciones en su denominación. Seguramente este es vuestro caso.
Este es el primero de los cambios importantes. Se empieza a hablar ahora de Diseño de Producto o Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y/o de Producto…
Empezamos a perder, sorprendentemente, el sujeto a definir. El diseño industrial empieza a llamarse de otra forma y con ello, sin ningún tipo de duda, se fomenta, consciente o inconscientemente, la pérdida de una referencia clave.

Principalmente estos nuevos planes académicos oficiales del diseño se articularon desde otras disciplinas existentes. Se cometió el enorme error de, primero no mirar fuera de las fronteras y segundo, no mirar la propia historia interna y considerar al diseño industrial como una disciplina autónoma, independiente y propia.
Estructuraron, la mayoría de universidades, el diseño dentro de las ingenierías con la perversidad, seguramente no intencionada, de que hoy el diseño industrial superior en este país no es, ni diseño industrial por el reducido foco de visión que presenta ni tampoco una ingeniería “al uso” porque los profesionales carecen de “firma” y/o competencias.

Así que es lógico pensar que el diseño industrial actual rompió, en cierta manera, la línea evolutiva de su manera de ser aprendido. Se descartó –desconozco el motivo- la articulación de la enseñanza del diseño en base a lo que ya existía y se acercó peligrosamente a otras disciplinas desdibujando por completo al propio diseño.

Por esta razón hoy el diseño parece un recién llegado. Parece buscar aun su sitio. En muchas ocasiones se habla de él como si fuera una disciplina realmente nueva o muy reciente. Y se busca, creyendo erróneamente que es novedad, un marco teórico que acaba derivando en las disputas en torno a sus facetas artísticas, artesanales, técnicas,… Hoy, ciertamente, parecen no saberse bien cuales son las funciones precisas del diseño ni sus responsabilidades.

Sumemos ahora la terrible situación de que las Universidades y las Escuelas de diseño actuales están ofreciendo la misma titulación con planteamientos académicos radicalmente diferentes y solo obtendremos caos y desencanto. Algo lógico a la par que triste.

Por mi experiencia directa con algunos alumnos puedo entender perfectamente que hoy día existan muy pocos estudiantes que estén realmente contentos con la carrera de Diseño Industrial que estudian. Que, alejada de una realidad, tanto social como teórica, los hacen sentirse huérfanos del sentido de su trabajo. Podemos entender que les falta la tutela y el respaldo de una disciplina bien definida. Ojala que vosotros seáis una excepción y estéis plenamente satisfechos.


En conclusión:

Con todo esto quiero decir principalmente que el diseño industrial responde a una definición, más o menos establecida por consenso y que veremos en el siguiente bloque, aunque el desconocimiento de la misma genere nuevos puntos de vista y aportaciones subjetivas.
Esto es peligroso porque damos validez a muchas soluciones que nada tienen que ver con el diseño.

Así pues, el diseño tiene una definición propia. Y debemos saberlo y conocerla. El único problema es que la hemos dejado inverosímilmente al margen durante los últimos años.
Esta definición detallada que muchos intelectuales del diseño se han encargado de ir adecuando a los tiempos nos ha permitido enmarcar, con una mínima razón de ser, nuestro propio trabajo como diseñadores a lo largo de todos estos años.

El problema, cómo hemos visto, es que la evolución académica del diseño en España ha supuesto una ruptura con estadios anteriores que ha derivado en una importante pérdida de revisión anterior y con ella parte de todo ese desarrollo teórico ya existente.
Hoy, como he dicho y si se me permite la metáfora, el diseño en este País parece un viajero tremendamente perdido en una inmensa Terminal de aeropuerto en la que no logra localizar su vuelo de destino.

A su vez, ante la falta de una divulgación seria de nuestra profesión, motivada seguramente por todo lo anteriormente explicado, y ante una visión probablemente distorsionada de nuestra disciplina, podemos entender que al diseño industrial son muchos lo que llegan por “casualidad”.

Entiéndase que aquí uso “casualidad” en el sentido de que llegan sin saber muy bien, o mejor dicho sin mucha profundidad, que es el diseño industrial más allá de lo que puedan haber percibido en Internet, en revistas, visitando exposiciones, etc…

Llegan sin un bagaje de conocimiento y esperan, eso si, aprender que es el diseño industrial matriculándose en la carrera. Pero muy posiblemente, evidenciada la diversidad de planes académicos, muchos sufrirán un descuadre importante entre aquello que pensaban que era y aquello que se les está enseñando. Un descuadre al que debe aun sumarse lo que en realidad es el diseño y que ambas partes, alumnos y docentes, parecen muchas veces no conocer.

Después de comprobar el inmenso desconcierto que vive nuestra disciplina, la solución al problema pasa lógicamente por volver abrir los ojos. Debemos mirar hacía afuera (hacía otros países) y hacía atrás. Revisar la historia del diseño industrial y retomar unas bases que jamás deberíamos haber enterrado.

En 2015 se ha producido una nueva actualización de la definición oficial del diseño industrial por lo que considero importante, para todos aquellos que os habéis interesado por esta ponencia, de que dispongáis de ella. Y aunque no cambie notablemente el propósito de este ejercicio intelectual es un nuevo elemento a considerar. Aquí la nueva actualización.