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La emoción y el diseño industrial: Una pareja para un largo tiempo


Revisaba recientemente el trabajo de los grandes diseñadores italianos del siglo pasado y el magnífico legado de los padres de nuestro diseño industrial y conmovido delante de sus planteamientos llegaba a una conclusión:

Los diseñadores dejan rastro sencillamente porque sus objetos son intemporales. Sobreviven a vidas, modas y tendencias e incluso a las mentalidades económicas, industriales y sociales que se van sucediendo entre generaciones.

Sobreviven también más allá de las funciones puesto que éstas son cada día, con la ayuda de los avances tecnológicos y los nuevos comportamientos y necesidades humanas, diferentes. Lo que ayer parecía imprescindible para nuestra vida cotidiana hoy queda rápidamente en desuso y desterrado.

Ni tan siquiera aquello que muchos denominan “estética” o la propia belleza sobrevive al paso de un tiempo en el que los seres humanos necesitamos satisfacernos constantemente de nuevas formas, usos y apariencias. Seguramente para sentirnos siempre jóvenes y protagonistas.

Entonces, si la función, la forma, el uso y lo que ha venido a significar algo en nuestras vidas utilitarias dejan un día de tener razón de ser ¿Qué hace que un objeto tenga esa vigencia casi perpetua y que admiremos a su diseñador?

La emoción que nos causa. Es así de simple.

Aquello que nos emociona permanece en el recuerdo más allá de su propia vida útil. Adquiere valor de símbolo. La emoción es vivencia y estimula nuestros deseos cuando la sentimos por primera vez pero también cuando la rememoramos conscientemente.
Somos seres emotivos; amamos, lloramos y reímos. Nos conmueve lo que somos capaces de lograr como especie y admiramos sobremanera las buenas obras de nuestros semejantes porque nos hacen grandes a nosotros también. Y así lo hacemos con el diseño.

Y por si fuera poco, la emoción en el diseño industrial también nos relaciona con todo nuestro contexto y con otros indivíduos: nos conecta. Y permite la plena diversidad objetual ante una misma función y época así que nadie ni nada sobra, si se sabe provocar esta emoción...

Quizás esto es lo más cerca que el diseño está del arte, entendido como un conector humano, porque no decirlo.

Quiero dejar claro que hablo aquí de la emoción circunscrita al diseño industrial en la que siempre prevalecen lógicamente, aunque queden como residuales con el paso del tiempo, los valores funcionales, tecnológicos y de otro tipo aportados.

Febrero de 2016